Eloy MÉNDEZ

San Martín de Huerces se volcó ayer con la familia de Andrea Rendueles. La iglesia de la parroquia gijonesa volvió a estar de nuevo llena para recordar a la joven de 20 años fallecida el 31 de agosto del año pasado, tras explotar los voladores en el tractor en el que viajaba para celebrar la alborada de las fiestas de su pueblo. El dolor incontenible de sus padres, Luis Rendueles y Delfina Álvarez, y de sus hermanos, Luis y Pili, fue mitigado, en parte, por el apoyo de sus vecinos, que este año decidieron suspender en memoria de Andrea los festejos de San Agustín. «Todos estamos cerca de la familia, igual que Dios está cerca de nuestra joven vecina», aseguró durante el funeral el párroco José Manuel Alonso.

Media hora antes de que comenzara el oficio religioso, las carreteras de acceso a la iglesia estaban colapsadas por la gran cantidad de coches aparcados en la cuneta. En el interior del templo, los familiares de la joven ocuparon los primeros bancos, mientras que otros responsables de la comisión de fiestas se situaron justo detrás. No en vano, Luis Rendueles, hermano de la fallecida, era hace un año el presidente de un colectivo -como ya lo había sido su padre- que había conseguido mantener vivas en el tiempo las celebraciones, unas de las de más arraigo en la zona rural.

«La noche cerrada de dudas y dificultades que encontramos en esta vida sólo tiene una luz: seguir al Señor a pesar de las dificultades», afirmó el sacerdote en mitad de un silencio sepulcral sólo roto por el continuo llanto de la madre. En los alrededores de la iglesia, muchos fieles se amontonaban ante la imposibilidad de acceder al interior. «Fue una tragedia que no podremos olvidar nunca, era una neña muy querida en el pueblo y todavía no nos hemos recuperado del palo», aseguraba una de las asistentes.

Tras la misa, los allegados a Andrea esperaron varios minutos para abandonar el lugar y, después, lo hicieron entre abrazos y muestras de cariño de los asistentes. «Sólo puedo decir que estoy muy agradecido a todo el mundo», aseguró el padre de la difunta, emocionado y hundido por una pérdida «que seguiremos llorando».