Dejar de fumar o hacer más deporte son algunos de los propósitos que llegan con el nuevo año, pero ¿seremos capaces de cumplirlos? El escritor gijonés Alberto Pena acaba de publicar «Gestiona mejor tu vida», un libro en el que ofrece algunas claves y hábitos para ser más productivo y eficaz.

-En año nuevo todo el mundo se carga de propósitos. ¿Cómo valora esa disposición?

-Esos propósitos son sanos, un síntoma de madurez. Muchas veces nos proponemos un cambio para el que sí estamos preparados, pero no de la manera que creemos, por lo que hay que cambiar de un modo inteligente. Es decir, para cambiar hay que tener claras cuatro recetas: realizar un sólo cambio a la vez, que sea muy concreto (por ejemplo levantarnos un cuarto de hora antes), repetirlo todos los días y evaluarnos (echar la vista atrás).

-¿Es posible gestionar mejor nuestra vida?

-Sí, yo doy conferencias en las que hablo de mi experiencia. He vivido durante mucho tiempo en un estado de insatisfacción hasta que cambié, así que creo que todo el mundo puede cambiar, pero no todo el mundo cambia.

-¿Cuáles son las claves para evitar esa insatisfacción?

-Determinar primero cuáles son las cosas importantes en tu vida. Muchas veces nos embarcamos en tareas y actividades que no nos van a aportar nada, sino que nos van a hacer perder la ilusión, la motivación, la energía y además no van a dejar huella en nuestra vida.

-En su libro habla de la tecnología como un arma de doble filo. ¿En qué punto las ventajas se convierten en obstáculos?

-La tecnología se ha concebido para ayudarnos a vivir mejor, sin embargo, los malos hábitos prostituyen la tecnología. Es ahí cuando la asociamos a distracciones. Es un arma complicada, pero cuando está bien utilizada y se interpreta y mantiene una relación sana con ella, puede ser muy útil.

-Al final de cada capítulo usted propone un ejercicio práctico. ¿Está relacionado con la evaluación a la que se refiere?

-Lo que pretendo es que la gente se pare. Vivimos en un mundo rápido y quiero que las personas dediquen tres o cuatro minutos a echar la vista hacia atrás, a que vean en qué han acertado y en qué han fallado. Es decir, que se planteen que el día de mañana puede ser mejor que el de hoy. Cambiar es difícil, pero hay que empezar por detectar fallos y proponer acciones y mejoras.

-Cada vez es más frecuente la sensación de que al día le faltan horas. ¿El mayor problema es la rapidez con la que vive la sociedad actual?

-Para mí el problema no es el tiempo, sino que ocupamos la mayor parte del día en cosas que no nos importan absolutamente nada. Siempre escucho eso de «tengo tanto por hacer y tan poco tiempo», o «el día debería tener 25 horas», pero en realidad no es lo que tenemos que hacer, sino cómo lo valoramos. Seremos productivos cuando seamos capaces de encontrar el solomillo de nuestra vida y quitemos del medio aquellas cosas que asumimos como necesarias, pero no lo son. El mayor error es que tendemos a interpretar lo urgente como importante, a autoexigirnos cosas que no nos aportan nada. Hay que aprender a distinguir entre el tengo, debo y puedo.

-¿Cómo es el día a día de una persona productiva?

-Con cierta planificación. No digo todo el día, pero sí de las tareas claves y de aquellas que tengan impacto en sus objetivos. A lo largo del día estamos tomando decisiones que afectan a nuestra productividad y tenemos que tener muy claro cuáles son las tareas claves.

-¿Cuál es el perfil de la persona con poca productividad?

-Aquellas que se distraen con facilidad. Estar ocupado y trabajando no significa ser productivo. Son personas que hacen multitareas, es decir, varias cosas a la vez y que no tienen capacidad de concentración. Básicamente confunden lo urgente con lo importante.

-Usted trabaja para particulares y empresas, ¿hay mucha diferencia en sus necesidades?

-El 98 por ciento de los problemas que trato son los mismos, independientemente del lugar, la empresa o persona que sea. Se quejan de las interrupciones, de las llamadas de teléfono, de las reuniones improductivas, etc. Podemos cambiar esos malos hábitos, aunque sea difícil.

«Los propósitos son sanos, pero hay que cambiar de modo inteligente»

«Muchas veces nos embarcamos en tareas que nos hacen perder la ilusión y la energía»

«La tecnología nos ayuda a vivir mejor, pero los malos hábitos la prostituyen»