Gerente del teatro Jovellanos

Ángel CABRANES

-Acaba de arrancar la nueva etapa de la Laboral, con un giro artístico más popular. Cuatro espectáculos coinciden en fechas con la programación del teatro Jovellanos. ¿Cómo lo ve la gerente del teatro municipal gijonés, es un problema a resolver?

-Sí. Sobre todo para los espectadores. Deberíamos de cuidarlo y que no se solapen actuaciones. Asturias no es una región tan grande como para poder permitirse el lujo de tener dos platos fuertes a la vez. Espero que en el futuro todos nos podamos sentar juntos y, por el bien del público, hagamos una oferta adecuada.

-¿Opinaría acerca de la nueva programación de la Laboral?

-Bastante tengo con la mía como para meterme con la de terceros.

-Al menos, ¿qué opinión le merece la cartelera más vanguardista que había ofrecido hasta ahora la Laboral, según los criterios del director artístico Mateo Feijoo?

-Feijoo me parece que fue una persona contratada para hacer lo que hizo. Él tenía muy claro lo que quería traer a la Ciudad de la Cultura y desarrolló, con rigor, aquello que había propuesto y le habían aceptado. Los espectáculos de vanguardia son complicados, pero creo que el proyecto de la Laboral se vendió bien. Por ejemplo, las actuaciones de Philip Glass y Michael Nyman allí terminaron con un lleno. Sin embargo, ambos habían estado en el Jovellanos y no sucedió lo mismo. Eso significa que había un plus porque venían a la Laboral.

-Haga un balance de los proyectos que ha desarrollado el teatro Jovellanos este año.

-Empezamos con la expectativa de ver cómo el público iba a responder después de la reapertura, porque desde el 8 mayo hasta el 15 de enero de 2010 estuvo cerrado por las reformas. La mejora de infraestructuras fue considerable y puedo decir que también la acogida del público.

-¿Cómo valora los índices de asistencia que presentó el pasado viernes José Manuel Sariego?

-El paradigma de nuestra actividad no debe estar en la cantidad, sino en la calidad. Todo el mundo tiene que encontrar un punto de referencia dentro de nuestra oferta. Desde funciones de vanguardia absoluta, como «La Zaranda», que se presentó en su día en la Laboral y ya había estado en el Jovellanos dos veces, a la Compañía Asturiana de Comedias, que realizan un teatro costumbrista de gran calidad y con notable asistencia.

-¿Cómo está siendo la recuperación en taquilla en este último año?

-Estamos teniendo una media por encima del 60% de la inversión. Hay que ser consciente que existen actividades tremendamente deficitarias. Suele ser el caso de espectáculos de música clásica o proyectos muy rompedores. Pero insisto, la cultura tiene unos intangibles que no se miden por taquilla ni el número de personas que reúnen.

-¿Se siente orgullosa de haber traído a Gijón alguna producción en concreto?

-Es complicado porque hay mucha variedad. De lo que realmente me siento orgullosa es de la implicación de la ciudad de Gijón con el teatro. Desde el año 2004 hasta hoy hemos creado una base de datos de abonados de 90 socios a 900. También me llena de orgullo la programación, y no porque la hago yo, sino porque tenemos un programador como Antonio Criado, uno de los mejores de España, sin ningún tipo de dudas.

-¿Qué papel juega dentro de la programación de conciertos del verano en Gijón el teatro Jovellanos?

-Lo juega todo. El título de teatro Jovellanos es reduccionista, porque dentro de la empresa hay mucho más que el teatro físicamente. Están todos los festejos de Gijón, el Festival de Cine, el centro de ensayos del antiguo colegio Manuel Medina y la gestión de la plaza de toros de El Bibio, a excepción de la Feria de Begoña. En nuestro departamento de Festejos elaboramos una oferta que no sólo comprende el verano, va desde 1 de enero a 31 de diciembre. En Gijón hay que programar una semana grande abierta al público sin pasar por taquilla desde el 24 de junio hasta bien entrado septiembre.

-¿La crisis ha llevado a tener que tirar del fenómeno «revival» más que por grandes nombres?

-A nosotros se nos bajó el presupuesto un 20% este año y eso, a la hora de hacer contrataciones, se nota. De todas formas, se hizo una semana grande en la que los conciertos en la plaza Mayor fueron de una calidad extraordinaria, con nombres como Eli Paperboy o Jive Aces. Después, Poniente se convirtió en un foco de atracción de masas donde la gente fue a pasarlo bien, con música con la que se identificaban. Este año tuvimos tres «revival», es evidente que no es lo mismo que los originales, pero sí concita el interés. También hubo otras cosas como Carlos Nuñez, Camela o Peret, con las que la gente se lo ha pasado bien.

-¿Qué se le puede decir a aquellos que echan de menos los artistas internacionales que se citaban en Gijón durante los 90?

-Que yo también los echo de menos. Me encantaría volver a tenerlos, pero grandes nombres quedan pocos y que llenen, menos. Los que podrían venir lo harían a unos precios determinados; ahora, si la gente quiere pagar 150 euros por una entrada, nos lo pensaríamos. Ahora hasta los propios cantantes buscan arroparse entre ellos, y el formato que se lleva son los festivales, tipo Rock in Rio o Benicassim. Es difícil ver conciertos a los que asista una solo banda, porque temen terminar pegándose una bofetada como la que en su día se pegó McCartney en Gijón. Tenemos que centrarnos en espectáculos que reúnan a un buen número de asistentes durante varios días, como sucede en las visitas del Circo del Sol. Eso es más interesante.