R. GARCÍA

El Grupo de Estupefacientes de la Comisaría de Policía de Gijón constató el pasado año un cambio en lo que a la tipología de consumo de droga se refiere. Los agentes destacan un aumento significativo de «la cocaína fumada». Un modo de tomar esta sustancia que, según los expertos, provoca «una mayor adicción que la esnifada» y que además conlleva «un síndrome de abstinencia muy superior» comparable, aseguran, al de la heroína. La crisis económica ha obligado a los consumidores a buscar más efecto con menos sustancia. Las drogas de diseño, además, continúan ganando importancia. El «cristal» -la nueva forma de presentación del éxtasis que se administra esnifado o ingerido con bebida en la conocida como «bomba»-, y la ketamina, han incrementado su fuerza en el mercado local, un «negocio» que casi no flojea a pesar de la menor capacidad económica de los ciudadanos.

Los agentes que trabajan en este grupo aseguran, no obstante, que las sustancias más consumidas siguen siendo el hachís y la cocaína. Una sustancia esta última, que se presenta «cada vez más adulterada», advierten. La crisis económica y la ligera pérdida -aunque poco significativa-, del número de consumidores, ha hecho que los vendedores de esta sustancia intenten ampliar los beneficios poniendo en el mercado cocaína con cada vez menos pureza. Sin embargo, la preocupación policial se situó el año pasado, una vez más, en el consumo de hachís, «cada vez más normalizado», en palabras de los expertos, «sobre todo en el entorno juvenil».

La bajada de la guardia en lo que al consumo de esta droga se refiere entraña riesgos importantes tal y como alertan los funcionarios «no sólo por sus efectos perniciosos sobre el organismo» sino también porque el hachís se ha convertido en una «puerta de acceso a otro tipo de sustancias». Los agentes detectaron durante el 2011 «diversos puntos negros» de distribución de este tipo de sustancias. Se trata de «establecimientos de ocio» que ya han sido clausurados en alguna ocasión en su mayor parte por la Policía Nacional; negocios que habitualmente estaban regentados «por ciudadanos magrebíes» y en los que se dispensaba hachís «de forma habitual». La importancia de esta sustancia la pone de relieve el dato de las incautaciones realizadas el pasado año. Los agentes requisaron 65,5 kilos de hachís, casi dos kilos de cocaína, 350 gramos de heroína y 60 plantas de marihuana.

El Grupo de Estupefacientes de la Comisaría de El Natahoyo trabaja para «reprimir el tráfico ilícito de todo tipo de sustancias estupefacientes» recopilando información de personas que se dedican a este tipo de actividad. Un trabajo «complejo», en palabras de los propios agentes, «ya que no sólo hay que contar con una buena información inicial» sino que hay que «llegar a demostrar la participación de los encartados en el delito investigado». Los funcionarios deben por tanto llegar a incautar cierto grado de estupefacientes para que la inculpación sea factible ante un tribunal. La mayor parte de los arrestados tienen antecedentes penales por haber traficado con drogas previamente. Un dato que complica aún más la investigación policial al conocer estos delincuentes «el modo de trabajo habitual de la Policía». Los funcionarios consideran además «una herramienta fundamental» la posibilidad de utilizar «la tecnología de la comunicación» y la colaboración con otros cuerpos de seguridad.

El trabajo de los agentes aumentó el pasado año en un 60 por ciento. De los 17 atestados realizados durante el año 2010, los funcionarios pasaron a 45 tramitados el pasado 2011. Un período en el que, además, se detuvo a 73 personas.