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IGOR YEBRA | Bailarín, ofrece hoy un encuentro en el Conservatorio de Música y Danza

"De pequeño quería ser futbolista, la que iba para bailarina era mi hermana"

"Muchas familias siguen mirando mal a los hijos que dicen a sus padres que quieren dedicarse a la danza a nivel profesional"

Igor Yebra, en la representación de "Zorba el Griego", en el teatro Campoamor de Oviedo. MIKI LÓPEZ

Bailarín estrella de la ópera nacional de Burdeos o bailarín invitado en diversas compañías del mundo, Igor Yebra (Bilbao, 1974), fue matrícula de Honor en sus estudios de Real Conservatorio de Madrid y cuenta con destacadas distinciones, como el premio Leonidas Massine-Posstiano. Ostenta el título de ilustre de la ciudad de Bilbao, y es director de su propia escuela de danza. Yebra es una de las referencias del ballet en España, aunque de pequeño soñaba con ser futbolista. Hoy participa en un encuentro con estudiantes -y familias- de danza clásica del Conservatorio de Música y Danza de Gijón a partir de las cuatro de la tarde, al que seguirá dos "master class" con alumnos; previamente, por la mañana, será recibido en el Ayuntamiento por la Alcaldesa. "Sería muy importante que hubiera más centros de enseñanza en España como el Conservatorio de Gijón", afirma Igor Yebra.

-¿Está en su mejor momento? ¿Confiaba en llegar a sus 41 años al lugar privilegiado que ocupa?

-Cuando empecé soñaba con poder bailar, en un país donde la danza y el ballet clásico eran inexistentes, y nadie se planteaba dedicarse a ello. Mirando hacia atrás sí que veo que conseguí cosas que ni me las podía imaginar. He tenido que sacrificarme y esforzarme mucho, pero el trabajo ha merecido la pena y espero que el mejor momento esté por llegar.

-¿Quién le ha influido más?

-Me motivaba ver las películas de Fred Astaire. En aquella época ponían muchas películas de musicales en la televisión y quería bailar como él.

-¿Se han roto los clichés de que el ballet es cosa de mujeres? ¿Sigue costando a los hombres dar el paso para practicar esta especialidad y eliminar los estereotipos negativos?

-Algo ha cambiado afortunadamente, pero todavía debería cambiar mucho más. El ballet no está visto todavía como un trabajo normal. En mi escuela de danza llevo trabajando diez años, y veo cómo muchas familias miran mal a los hijos que les dicen que quieren dedicarse a esto. Y con los hombres pasa que, la gran mayoría, que no conocen la profesión, siguen pensando ese tipo de cosas negativas.

-¿Cómo le va con su escuela?

-Ha sido algo difícil y complejo de poner en marcha, pero en diez años han salido bailarines que se terminan de forman en escuelas importantes como la Royal Ballet de Londres o el Bolshói de Moscú. De lo que más orgulloso estoy es de la gente que vino sin tener esa ambición de ser profesional y acabó enganchada. Es una pena que el ballet no sea una actividad extraescolar como en Italia o Rusia, porque da una formación del físico y de la mente extraordinaria.

-Ha estado de "freelance" en Australia y ha triunfado en Rusia al quedar segundo en el certamen de Maya Plissetskaya. ¿Hay que irse fuera para triunfar? ¿Se apoya en España lo suficiente el ballet?

-Te tienes que ir fuera no solo para triunfar, sino para trabajar y para comer. Antes no era opción, era una obligación. Ahora es verdad que está la Compañía Nacional de Danza, que hace un repertorio más amplio. Pero para el que quiera trabajar, el mercado sigue estando fuera.

-¿El bailarín nace o se hace?

-En cualquier profesión naces y te haces. Nacemos con facultades para hacer ciertas cosas mejores que las otras. Pero luego hay que hacerse, nadie nace siendo una maravilla, salvo excepciones como Mozart. En el ballet hay que seguir trabajando constantemente para evolucionar y cada vez hacerlo mejor.

-¿Qué se le puede aconsejar a los alumnos de danza con los que va compartir un encuentro en Gijón? ¿Corren malos tiempos para la danza?

-Son tiempos difíciles para ser cualquier cosa. Pero les diría que hay que tener pasión, constancia y trabajo. Y al final conseguirás objetivos, que es lo que cuenta.

-¿Cómo fueron las primeras clases de danza impartidas por su madre?

-A mi madre le hubiera gustado ser bailarina profesional. Pero se quedó ahí, porque si ahora es complicado, hace cincuenta años era una utopía ser profesional. Mi madre daba clases en una escuela y empecé ahí como curiosidad, porque yo quería ser futbolista. La que iba para bailarina era mi hermana, como suele ser lo normal en estos casos.

-¿Sigue sintiendo ese "empacho de adrenalina" que comentaba en alguna ocasión cada vez que se sube al escenario?

-Adrenalina y miedo. Cada vez la cosa es más difícil, porque me voy haciendo más conocido, tengo un nombre y tengo una responsabilidad por lo que gente espera de mí. Y nunca quiero defraudar al público. La adrenalina es fundamental, porque cuando no hay esa tensión, las cosas no suelen salir bien.

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