Un rescate literario en toda regla. Es lo que acaba de hacer la editorial gijonesa Hoja de Lata con una de las escritoras y periodistas más interesantes de la Generación del 27, tan arrinconada en el silencio de los olvidados por los historiadores de la literatura y los comentaristas culturales que ni siquiera tiene capítulo en "Las Sinsombrero", el necesario y exitoso libro (en realidad, parte de un trabajo de más amplitud, incluido el documental homónimo) que Tània Balló ha dedicado a aquel grupo de mujeres excepcionales que se codearon con Juan Ramón Jiménez, Lorca y Alberti, Dalí y Buñuel. Hablamos de la novelista y periodista Luisa Carnés, madrileña de 1905 que falleció en 1964 en el exilio mexicano y de la que el citado sello recupera ahora la novela social "Tea Rooms. Mujeres obreras".

Luisa Carnés podría figurar perfectamente en el libro "Las Sinsombrero" junto a María Zambrano, Rosa Chacel, María Teresa León, Ernestina de Champourcín o la pintora Maruja Mallo, algunas de las mujeres de aquella generación renovadora del Lyceum Club Femenino a las que Balló dedica los capítulos de su volumen. La autora avisa ya en su introducción: "No están todas las que fueron, pero es un buen inicio". O sea, que la tenaz "sinmbrorero" Luisa Carnés no ha tenido suerte ni siquiera cuando todo estaba de cara para su rehabilitación intelectual y biográfica.

Lo de "las sinsombrero" viene de una anécdota que ha contado la sin par Maruja Mallo. Las gentes la apedrearon a ella, a Lorca, a Dalí y a Margarita Manso porque un día, en plena Puerta del Sol y contraviniendo las reglas sociales de la época, decidieron destocarse.

Luisa Carnés no procedía de un medio burgués. Es una diferencia con algunas de aquellas "sinsombrero" escritoras y artistas. Lo cuenta Antonio Plaza en el epílogo de la edición que ha hecho Hoja de Lata de "Tea Rooms". Con orígenes en una familia humilde y numerosa, hija mayor, tuvo que dejar la escuela a los once años y trabajar como aprendiza en un taller, precisamente, de confección de sombreros. Fue una autodidacta que se educó en las bibliotecas y con los periódicos. Tuvo su momento de gloria con "Peregrinos de Calvario" y "Natacha". Se consolidó con "Tea Rooms", donde habla de la desigualdad y de los problemas laborales de las mujeres. La derrota republicana en 1939 la condenó a un doble exilio.