Son las ocho de la tarde y la entrada de la iglesia de San José ya huele a incienso. Una suave "salve marinera" se escucha a lo lejos y el barullo de los fieles se empieza a adivinar tras las puertas del templo: comienza la procesión de la Cofradía de la Virgen del Carmen.

"Decidímos recuperar esta noble tradición porque era algo nuestro. Hacía 36 años que se había ido abandonando y está claro que no era lo que queríamos, no hay más que ver la cantidad de gente que ha venido, es multitudinario", explica Adolfo Mariño Gutierrez, párroco de San José. Este antiguo barrio de mineros celebró ayer la procesión de la patrona del mar, en la víspera del día del Carmen. La devoción a esta Virgen comenzó ya en 1706, cuando se constituyó canónicamente la cofradía en la iglesia de San José. Pero su misión no es solo el culto marinao, sino que también tiene una dimensión social: llevar a cabo obras de caridad "y mantener la fe del pueblo de Dios", explica el párroco.

Más de mil feligreses recibieron a la patrona a la puerta de la iglesia tras la eucarístía, al son de una marcha real interpretada por miembros de la Asociación de Folclore Amigos de la Tradición. "La danza de los arcos" o "la danza peregrina" fueron otras de las melodías que acompañaron a la procesión durante su recorrido, que empezó en la calle Álvarez Garaya, giró hacia la calle del Carmen y volvió a la iglesia por Pedro Duro.

El buen tiempo escoltó a los feligreses durante todo el trayecto, que culminó con un "Asturias patria querida" otra vez a la entrada de la iglesia. Como se ve, en San José la procesión ya no va por dentro, sino por fuera.