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Tres generaciones con careta

"Es un gen que se hereda", señalan Elisa Mier, Inés Mallada y Chefi Suárez, de la charanga "Xolgoriu baxu l'horru"

De atrás hacia delante, Elisa Mier, Inés Mallada y Chefi Suárez. JUAN PLAZA

El gen del Antroxu es algo que se hereda. Pasa de generación en generación. Y se disfruta más en familia. Valga como ejemplo Chefi Suárez, de 68 años, Inés Mallada, de 42, y Elisa Mier, de 11. Tres generaciones de una misma familia unidas por la charanga "Xolgoriu baxo l' horru", y que afrontan los próximos días la cita más especial del año. "El Antroxu es especial porque empiezas en septiembre a prepararlo y terminas en febrero, porque nos reunimos a menudo, discutes, vas al bar, te ríes o cantas. Y disfrazarte, y los días que van de Comadres hasta el entierro de la sardina son únicos", señala Chefi Suárez, abuela, con 30 años de experiencia en charangas, y toda la vida celebrando el carnaval en la ciudad.

Chefi Suárez e Inés Mallada descubrieron hace 30 años el concurso de charangas, cuando formaron el grupo "Las Brisas", con más familiares y amigos. "Aquel año nos disfrazamos de vaqueros y al año siguiente de jugadores de rugby", comenta la abuela de la familia. Y fueron pasando los años, con actuaciones, desfiles, risas, preparativos y mucha diversión, hasta que hace seis se unió a la saga Elisa Mier, hija de Inés y nieta de Chefi, que tiene ahora once años. "Lo paso muy bien en el Antroxu, la actuación en el Jovellanos es lo que más me gusta, porque en el desfile canso un poco. Me gusta ver a las otras charangas y salir en el teatro, más que andar por la calle", resalta la joven Elisa Mier. Desde hace una década participan en el Antroxu con la charanga "Xolgoriu baxo l'horru" donde también está una hermana de Chefi Suárez, junto a sus hijas y nietas. "Esto de la pasión por el carnaval es un gen hereditario", apunta Inés Mallada, que forma la generación intermedia, influenciada por la devoción de su madre y tratando de transmitir el sentimiento charanguero a su hija. "Si no sales en la charanga, vives el Antroxu lunes por la noche, pero no te enteras de nada. Aquí empiezas de jueves y terminas de martes, y disfrutas todos los momentos, previos y posteriores, las cenas, el teatro, el desfile, los ensayos o trabajar durante meses en grupo por un objetivo", resalta Mallada.

La abuela además se dedica en cuerpo y alma al carnaval. Es la encargada de coser, preparar los trajes, y dejarse llevar por el ambiente. "Son muchas prisas, nervios y tensión", recalca antes de nada. Pero también reconoce que es una sensación a la que está enganchada: "Lo paso genial. Todos los años digo que lo dejo, porque canso, y ya no estoy a mis años para desfilar. Siempre digo que es el último, pero luego vuelvo, y aquí estoy disfrutándolo un año más".

Tres generaciones charangueras, que el viernes saldrán a actuar a la calle, y el sábado al Jovellanos, y que comparten un gen: la pasión por el Antroxu. Dignas representantes de un movimiento, el de las charangas, que cumple 30 años en Gijón.

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