Un menor de edad, de unos quince años y jugador del Veriña, fue expulsado ayer de su club de fútbol después de amenazar de muerte, proferirle varios insultos y golpear en el pecho al árbitro que le expulsó el pasado sábado. Además, camino del vestuario, llegó a encararse de forma violenta con el público local, e incluso amenazó a una niña mientras intentaba pegarle. Una situación en la que también intervino su progenitor, peleándose contra el padre de un jugador del equipo rival, lo que motivó la presencia de la policía para evitar que el altercado llegase a mayores. Un nuevo incidente en el deporte base justo cuando la ciudad debate sobre la violencia ultra en el fútbol.

El incidente ocurrió el sábado en el campo municipal de El Tragamón, en Castiello de Bernueces, en un partido de cadetes que enfrentaba al Club Deportivo Arenal C y al Veriña Fútbol Club A. Corría el minuto 89 cuando el árbitro sacó la segunda tarjeta amarilla a uno de los jugadores del Veriña, que terminó expulsado. Acto seguido se encaró con el colegiado, Borja Álvarez Rodiles, "cabeza con cabeza y golpeándome con ambas manos fuertemente en el pecho", recoge el acta del partido. Después, se dirigió al árbitro diciéndole "me cago en tus muertos hijo de puta, te vas a cagar hijo de puta, ya verás luego, te espero fuera y te mato hijo de puta". Mientras abandonaba el terreno de juego siguió dirigiéndose al árbitro y en los mismos términos: "hijo de puta, me cago en tus muertos". El joven, que llegó en verano al Veriña y ya había protagonizado varios percances con anterioridad, tuvo que ser sujetado por el público y los delegados. Además, su padre también se involucrado en el conflicto con el padre de otro chico del Arenal que presenciaba el partido, que estuvo parado tres minutos.

"La violencia no se puede consentir; debe estar claro que una persona que toma decisiones se suele equivocar porque los árbitros no somos robots, todos humanos y debemos mantener el respeto porque de otra forma esto sería una locura", explica el árbitro Borja Álvarez Rodiles, que comenzó a arbitrar partidos en diciembre de 2014 y nunca antes le había ocurrido algo similar. No obstante, prefiere restar hierro al incidente y asegura que "lo entiendo como un gesto de salirse de la conducta habitual, tampoco como una agresión; el noventa por ciento de las veces que hay una expulsión los jugadores se van blasfemando", explica. "Siempre hay disconformidad, pero nunca hasta estos extremos; espero que a ningún compañero le vuelva a pasar esto aunque no es algo habitual", sostiene.

El árbitro, en declaraciones a este periódico, quiso dejar clara la buena reacción de los delegados de ambos equipos, tanto del Arenal -que alertó de lo ocurrido a la policía para apaciguar los ánimos- como del Veriña. "Colaboraron conmigo en todo momento para que el problema no fuese a más", confirma Borja Álvarez. Además, tanto el delegado como el entrenador del Veriña -al que pertenecía el joven conflictivo- acudieron al vestuario del árbitro tras el partido para disculparse en nombre del chico, en el del club y en el suyo propio. Además, se comprometieron a una reunión inmediata con la directiva para tomar las medidas internas oportunas. Ésta fue la inmediata expulsión del joven del club. "En el Veriña no consentimos actos de este tipo", sentenció el presidente, Gonzalo Llano.

A principios de año, en Oviedo, el San Juan La Carisa expulsó en enero a uno de sus jugadores, de 18 años, que había entrado al vestuario del árbitro y también le amenazó de muerte tras agarrarle del cuello. Y en Gijón condenaron a otro joven, en octubre de 2017, a indemnizar con 2.600 euros al árbitro de un partido de una liga de aficionados al que fracturó un dedo de una patada por sacarle una tarjeta amarilla.