Londres, P. SOUZA

Marie Colvin, la reportera estadounidense del «Sunday Times» fallecida ayer en un bombardeo en Siria, era una veterana de la información de guerra y una representante de la vieja escuela, siempre en primera línea. Colvin, que a sus 55 años era desde 1986 una de las grandes firmas del dominical británico, llevaba un parche negro desde que, en 2001, perdió el ojo izquierdo al ser alcanzada por una granada en Sri Lanka.

En sus 30 años de carrera, por la que fue galardonada en numerosas ocasiones en el Reino Unido y alabada por su valentía, Colvin estuvo en Sierra Leona, Timor Oriental, Kosovo, Zimbabue y Chechenia, si bien estaba especializada en Oriente Medio y el mundo árabe.

En estos tiempos de crisis y confusión, su periodismo era el de toda la vida: información de primera mano, cobertura sobre el terreno y noticias centradas en el coste humano de los conflictos.

En los últimos tiempos, se dedicó a cubrir la «primavera árabe», por lo que viajó a países como Túnez, Egipto, Libia y Siria. Su último reportaje lo emitió el martes la cadena pública británica BBC. Era un relato por teléfono acompañado por una foto en el que calificaba la situación en Homs de «repulsiva».

«Aquí nadie entiende cómo la comunidad internacional está permitiendo que esto ocurra», relató la periodista, que narró haber visto morir a un niño de 2 años ese día en una clínica improvisada. En un discurso de 2010, Colvin admitía los riesgos de «informar de los horrores de la guerra con rigor y sin prejuicios». Ayer los sufrió por última vez.