Rusia ha desplegado recientemente misiles tácticos "Iskander" en el enclave báltico de Kaliningrado, limítrofe con dos países de la OTAN, Polonia y Lituania. La decisión coincide en el tiempo con la crisis política que vive Ucrania, donde cientos de miles de manifestantes europeístas exigen desde hace tres semanas al Gobierno que firme un acuerdo de asociación con la UE o convoque elecciones legislativas y presidenciales anticipadas.

Kiev ha intentando presentar su renuncia a rubricar el acuerdo previamente alcanzado con Bruselas como una decisión basada en su necesidad de estimular el crecimiento para ponerse a la altura de la capacidad competitiva de la UE.

Sin embargo, su marcha atrás llegó de repente, y sólo después de que Moscú le amenazara con tomar medidas proteccionistas si se asociaba con los Veintiocho. De esta forma, la mayoría de los analistas considera que el conflicto que vive Ucrania es un nuevo episodio de la pugna por el antiguo espacio soviético que libran, por un lado, Rusia y, por el otro, la UE y EE UU.

El despliegue de los cohetes fue develado este fin de semana por el diario alemán "Bild", aunque, según el rotativo ruso "Izvestia", los misiles "llevan allí (en Kaliningrado) mucho tiempo". Según un alto cargo del Ejército citado por este último medio, más de un año.

El portavoz del Ministerio de Defensa ruso, Ígor Konashenkov, destacó que el despliegue armamentístico "en el distrito militar occidental no contradice ningún acuerdo o tratado internacional", pero su homólogo lituano, Juozas Olekas, admitió que las noticias sobre "un nuevo nivel de militarización en la región de Kaliningrado causan inquietud". Y su colega letón, Artis Pabrik, destacó que la noticia "es preocupante" y "hace que la región del Báltico y las ciudades bálticas sean menos seguras". El Ministerio polaco de Exteriores también reconoció su "preocupación".

Fue en noviembre de 2011 cuando el entonces presidente ruso, Dimitri Medvedev -ahora primer ministro-, amenazó con desplegar cohetes Iskander en Kaliningrado, entre otras medidas, en respuesta al emplazamiento en Polonia del escudo antimisiles norteamericano.

La pasada semana, el ahora jefe del Kremlin -entonces primer ministro- criticó que EE UU siga adelante con el escudo pese a que la principal justificación para su despliegue, el programa de enriquecimiento de uranio de Irán, haya quedado suspendido durante seis meses gracias al acuerdo entre Teherán y el Grupo 5+1. Putin también dijo ese día que Rusia es una "fuerza moral, no una superpotencia" que pretenda "la hegemonía regional o mundial" y negó estar presionando a Ucrania para impedir que se asocie con la UE.

Los ministros de Exteriores de los Veintiocho dejaron ayer claro que el acuerdo de asociación con Ucrania sigue sobre la mesa y la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, que es compatible con el acuerdo de libre comercio entre Kiev y Moscú. Otra cosa es que a la UE le preocupe el impacto que la crisis ucraniana pueda tener en sus relaciones con Rusia, que ahora, admitieron, están "tensas".