Arabia Saudí y Egipto encabezan el grupo de países árabes que, en una decisión de una dureza sin precedentes, decidieron ayer romper sus relaciones diplomáticas con la petromonarquía de Qatar, a la que acusan de financiar a bandas terroristas (Al Qaeda, el Estado Islámico), a las que añaden la poderosa cofradía de los Hermanos Musulmanes, que tuvo el poder político en Egipto entre la revuelta de 2011 y el golpe de Estado militar de 2013. La lista de estados que se han sumado a la iniciativa contra Qatar, al que también se acusa de tratar de desestabilizar Oriente Medio, se completa con Yemen, Emiratos Árabes, Bahrein y uno de los gobiernos libios, el controlado por el general Hafter y el parlamento de Tobruk.

Qatar, que sólo tiene frontera terrestre con Arabia, está en posesión de las terceras mayores reservas de gas del mundo, lo que le coloca como el país con mayor renta per cápita del globo. Al parecer, la iniciativa del aislamiento parte de Arabia, que acusa a la familia reinante en Qatar de buscar romper la unidad del país saudí. Egipto también considera que los cataríes intervienen en sus asuntos internos. Una de las explicaciones que se han dado para la ruptura es que la postura catarí ante Irán es demasiado conciliadora, lo mismo que ante Hezbolá, los aliados chiíes libaneses de Teherán y, por ende, ante el propio régimen sirio de Al Assad.