Christian y Flora Grant viven desde hace cuatro años en el pueblo de Sorribas, en Grado. Durante dos años residieron en Madrid, pero uno de sus viajes por el Principado, concretamente cinco días recorriendo los Picos de Europa, les hizo decidirse por buscar su hogar en Asturias. "Nos recordaba en parte a los paisajes de nuestro país y durante meses buscamos en internet una casa aquí. No sólo queríamos vivir en un lugar tranquilo, también donde hubiese una comunidad vecinal y que tuviera un terreno para poder plantar un huerto", señala Christian que es consultor técnico de HP Software España, especializado en soluciones de Automatización y Cloud. "Con una buena conexión a internet puedo trabajar desde cualquier sitio, además de viajar en ocasiones al extranjero para visitar algún cliente", añade.

El pueblo de Sorribas, en Grado, en medio de un entorno espectacular, tiene como principal inconveniente su carretera, estrecha y con baches. "Mi mujer, que es profesora de Primaria en el Colegio Inglés de Asturias, en Pruvia de Abajo, se pasa dos horas diarias con el coche. Sin duda esta carretera es uno de los grandes problemas del pueblo. Está claro que las buenas infraestucturas son necesarias para evitar el despoblamiento. Está muy bien el eslogan de "Asturias, paraíso natural", pero sin gente en sus pueblos ese paraíso no es viable. Es necesario tener buenas carreteras, en buen estado, para que la gente se mantenga en la zona rural. Eso y también una buena cobertura de internet, pues hay muchas personas que, como yo, realizan gran parte del trabajo desde sus casas. Se pueden hacer muchas cosas con un portátil y un teléfono", señala. Christian y Flora Grant no son unos ingleses que busquen "aislarse". Todo lo contrario. "Queríamos un pueblo con gente para integrarnos en el lugar. Es cierto que venimos de un país diferente y con costumbres distintas, pero nos sentimos muy bien aquí. Los vecinos son buenas personas, muchas veces nos traen plantas de su huerta para plantar o nos regalan una docena de huevos de sus gallinas que andan libres por el campo. Seguramente a veces igual les parecemos un poco excéntricos, esa fama que arrastramos todos los ingleses, pero nos llevamos muy bien y la convivencia es enriquecedora", destaca Christian Grant. Una de sus aficiones es la cerámica y, el tiempo que tienen libre, lo aprovechan trabajando el barro en su casa. También estudian, en el futuro, llevar a cabo una plantación de árboles frutales.

Christian Grant es un hombre prudente a la hora de opinar sobre el futuro de la juventud en el campo. "Hay que tener las ideas muy claras y saber no sólo dónde se va a vivir, sino también de qué. La cría del ganado y el trabajo del campo me parece muy duro. Yo admiro a mis vecinos por ello, por eso no me parece que sea un trabajo que pueda hacer cualquiera sin tener conocimiento del medio".