Si hay un caso de éxito indiscutible en la ganadería de carne asturiana es el de la ternera ecológica, con una alta demanda y un prestigio que crece en el mercado, hasta el punto de que en determinadas épocas del año, como ocurrió el pasado mes de diciembre en algunos puntos de venta, resulta difícil encontrar el producto.

De forma paradójica, los ganaderos del sector no acaban de encontrar su lugar en un mercado que aprecia la mercancía, pero a la vez paga por ella casi lo mismo que por la carne convencional. Este factor, el progresivo descenso de las subvenciones europeas y la nueva normativa de Bruselas que pretende endurecer las condiciones para ser ganadero ecológico han llevado a muchos productores asturianos a plantearse el cierre o, al menos, un cambio de orientación productiva.

Una de ellas es Marisol Álvarez Suárez, de Villandás, en el concejo de Grado, que lleva ocho años al frente de una ganadería que ahora cuenta con cuarenta reses, adscrita a la marca Xata Roxa. Marisol Álvarez, igual que muchos de sus colegas, lamenta la escasa información que reciben los profesionales por parte de la Administración y del Consejo Regulador de la Producción Ecológica en Asturias. "Llamas y nadie sabe nunca nada, la verdad es que así se te quitan las ganas de seguir adelante", asegura.

Su caso es de libro. Marisol es una de esas emprendedoras del campo asturiano que se decantaron por una producción que veía con un brillante futuro por delante. "Yo llevaba en el sector muchos años, las subvenciones estaban bien y las cuentas salían, pero ahora las cosas han cambiado", explica.

Y uno de los cambios vendrá de la mano del reglamento sobre producción y etiquetado de los productos ecológicos que prepara la Comisión Europea, y que prohibirá las explotaciones mixtas, en las que la producción biológica convive con los sistemas convencionales, una fórmula que se emplea a menudo en Asturias, como en el resto de Europa. Otra novedad estriba en que la ganadería ecológica tendrá que alimentarse al cien por ciento con alimentos ecológicos. Actualmente se permite un mínimo del noventa y cinco por ciento. La Comisión propone también reforzar y armonizar las normas, tanto en la Unión Europea como respecto a los productos importados, eliminando muchas de las excepciones actuales en materia de producción y control. Otro de los objetivos perseguidos es simplificar la legislación para reducir los costes administrativos de los agricultores y mejorar la transparencia.

A Marisol Álvarez las medidas no le parecen mal, en primer lugar porque en su caso cumple casi todos esos requisitos. "El problema es que nos paguen un precio que permita ser competitivos en el mercado, y eso ahora no ocurre", asegura.

A su juicio, no es de recibo que la ternera ecológica, con costes de producción más altos que la convencional, se cotice en el campo a un precio similar. "Eso no nos ayuda nada", señala.

El problema no se circunscribe sólo a España y también afecta a otros estados de la Unión Europea. Por eso Bruselas ha aprobado un plan de acción sobre el futuro de la producción ecológica en Europa a fin de informar mejor a los agricultores sobre las iniciativas de desarrollo rural y de política agrícola de la Unión Europea que fomenten la agricultura ecológica, que se refuercen los vínculos entre los proyectos de investigación e innovación de la Unión Europea y la producción ecológica y que se estimule el consumo de alimentos ecológicos en los colegios.

Según la Comisión, esta propuesta se basa en los resultados de un amplio proceso de consulta que se inició en 2012 y que incluía una serie de reuniones con expertos internacionales y de la UE sobre la producción ecológica, altamente valorada por los consumidores europeos.