Tapia, T. CASCUDO

El enfermero de Cudillero Eduardo Fernández es algo así como el superhéroe de la lucha antitabaco en la comarca noroccidental. Desde el año 2002 cuenta en Tapia con una consulta especial de atención a fumadores e imparte talleres para dejar de fumar por toda la zona. De los 58 pacientes que el año pasado acudieron a él para vencer la dependencia del tabaco, sólo un 34,6% dejaron el hábito. Aún así no cae en el desánimo, sabe que el camino es lento y difícil, pero el reto es posible. «Lograr que alguien lo deje es una satisfacción pura y dura, más teniendo en cuenta que yo hago esto en mi tiempo libre», precisa.

Cada martes de doce a una su consulta de enfermería en el centro de salud de Tapia se convierte en un consejo tabáquico. «La gente viene y pregunta. Si vuelven ya se les incluye en el programa», precisa. El programa al que se refiere es un ciclo de cinco sesiones en el que Fernández realiza con el paciente «una especie de psicoterapia en la que recibe indicaciones para romper con el hábito de fumar». La terapia se complementa con un serie de tratamientos, siempre opcionales. Por un lado están los parches o los caramelos sustitutivos de la nicotina y por otro tratamientos más fuertes con antidepresivos. Dependiendo de cada caso se emplea uno u otro, o incluso, una mezcla de los dos.

Dice Fernández que «querer» dejarlo es la clave y después armarse de nuevas rutinas para no recaer. «La recaída es posible porque el pensamiento de fumar siempre va a estar ahí. Otra cosa es que logren dominarlo», aclara. En la mayor parte de los casos quien trata de dejarlo, pese a no lograrlo, vuelve a intentarlo hasta que lo consigue. «Notan la mejoría rápidamente y es importante que se fijen en esas mejoras», precisa.

La salud es el motivo fundamental para dejar el tabaco, pero también influyen otras causas como el tener hijos o la crisis económica «La crisis es un hándicap para el fumador, si estás mal económicamente y ves que gastas 300 euros en tabaco pues es algo que ayuda a dejarlo».

El miércoles siete valientes acudieron a la última sesión de un taller organizado por el Plan Municipal Sobre Drogas de Tapia. Ino Díez llegó con los deberes hechos: «Llevo 24 horas sin fumar y lo llevo fatal». Empezó a fumar con 18 años y aunque trató de dejarlo una vez, no ha logrado dar portazo al tabaco. Más tiempo lleva Ana María Carbajales que suma 20 días sin malos humos. «Ahora lo llevo mejor. A última hora del día es cuando peor lo paso porque viene mi hija y la veo fumando». Empezó con 15 años por lo que suma 36 de fumadora, a excepción de un periodo de 5 meses en que logró dejarlo. Es el mismo tiempo que aguantó Juan Carlos Arias, quien también suma tres décadas como fumador.

«A ver si de esta lo consigo. Estoy convencido pero cuesta mucho. El que nunca fumó no lo sabe». Todos se apoyan en Eduardo para superar los malos humos.