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Probar daños de alimañas, misión imposible

Una joven pareja de ganaderos somedanos denuncia sus dificultades para poder certificar los ataques del lobo y del oso a las vacas de su explotación

López. con sus vacas. A la izquierda, el cadáver de la vaca muerta en septiembre. | s. arias / reproducción de s. a.

Diez animales perdidos en lo que va de año. Esa es la cuenta que hacen en la ganadería de Agustín Cabezas, en La Rebollada (Somiedo). Unas pérdidas que, según los titulares de la explotación, se deben a los ataques del lobo y también del oso, que generan una merma en la producción y elevan los costes de la explotación. "Perdemos el animal y encima no cobramos ni un duro porque es muy difícil que lo certifiquen", explica María Eugenia López, ganadera y pareja de Cabezas.

López asegura que se sienten "impotentes" debido a la complejidad de demostrar los ataques de lafauna salvaje. "Nunca los certifican, aunque haya cagadas y rastros, ahora te piden que la sangre y las huellas estén frescas, da igual que lo hayas visto comerla", comenta. Añade que en los últimos meses les indican que la muerte se debe a perros salvajes, pero López no se lo cree. "Se están pasando de la raya, si hay huesos, porque hay muchos, y si la comieron, porque no está. Estamos ya cansados porque mira tú qué ganancia vamos a tener, te quedas sin los animales y sin cobrar nada", asegura la joven.

La última pérdida en la ganadería de Cabezas se produjo a finales de septiembre: "Encontramos la vaca despeñada y comida, quedaba la piel nada más y también había un montón de cagadas del oso alrededor", señala López, quien agrega que la vaca estaba preñada de ocho meses y "primero le sacó la cría, como a unos cuarenta metros, y luego la arrastró hacia abajo". Hace quince días, el Fondo para la Protección de los Animales Salvaje (FAPAS) publicó un informe en el que sostiene que en los últimos 16 años sólo constan tres ataques del oso a animales domésticos en Somiedo y en Belmonte de Miranda.

Según López, el guarda les dijo que el animal había sido despeñado, pero no incluyó esa conclusión en la certificación y más tarde les dijo que podía haberse despeñado sola. Un supuesto que López tampoco se cree porque cerca del lugar del ataque apareció el cadáver de un mastín "con un zarpazo en el cuello". Declara, además, que sus propios perros eran reacios a acercarse al cadáver, algo que le hace pensar que "intuían que el oso seguía allí".

La joven ganadera dice que la presencia de los osos en El Rebollar comienza a ser diaria. "Los ves por el pueblo y está todo lleno de huellas, hace poco estaba uno al lado del coche y también vienen a comerse las manzanas", argumenta. La presencia de turistas en la zona en busca de osos es prueba más que suficiente para López de la presencia de los plantígrados en la zona.

López mantiene que "esta muy bien conservar el oso, pero no es ni medio normal que los que lo quieren conservar permitan que se conserven matando a los animales que son nuestro modo de vida". Una situación que, dice, "se está convirtiendo en inviable" y que echa para atrás a esta joven de 26 años para continuar con la explotación. "Tiene que haber un control", concluye.

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