Se habrá fijado el caminante que al llegar a cualquier pueblo de la geografía asturiana siempre encontraremos un lugar en donde se encuentran colgados los papeles oficiales que deben informar a los vecinos del lugar de las distintas cuestiones que les pueden atañer, muchas veces mezclados con las esquelas que anuncian el óbito de algún vecino.

A modo de tablón de anuncios valen puertas, columnas del lavadero o incluso, muchas veces, los troncos de los viejos árboles de la plaza que mantienen los papeles enganchados hasta que el agua y el viento los arranca y hace desaparecer.

Hace unos días, en uno de los pueblos de montaña del concejo de Lena, se podía observar en el tablón de anuncios un escrito del Ayuntamiento en el que se anunciaba que se ponían en marcha las ayudas «a la hierba» y que los interesados podían ya ir pasando por el Consistorio para solicitar las referidas ayudas.

Conociendo las peculiaridades del campo asturiano y muy especialmente los territorios ligados a la montaña, puede que no llame demasiado la atención que haya ayudas a la hierba, ya que es la hierba lo que precisamente da de comer a los ganados. Pero una somera reflexión me hace pensar que eso de ayudas a la hierba debe de alguna u otra manera de estar ligado a las ayudas que la Unión Europea concede al mundo rural.

Y efectivamente, bajo la curiosa denominación de ayudas a la hierba que denomina el Ayuntamiento de Lena se da respaldo a toda una estrategia comunitaria para favorecer una agricultura de montaña que precisa de especiales manejos para preservar diferentes intereses que la sociedad valora y reclama que se tengan en cuenta.

Ayudas a la hierba podría ser una traducción elemental de lo que en realidad es la política agraria común (PAC), que la propia UE la define de la siguiente manera: «se orienta cada vez más a prevenir la degradación del medio ambiente, contribuyendo, por una parte, a que los agricultores sigan desempeñando un papel positivo en el mantenimiento de los espacios naturales y el medio ambiente a través de medidas específicas de desarrollo rural y, por otra, a la rentabilidad de las actividades agrarias en las distintas regiones de la UE».

Por eso la estrategia de la política agraria común, que es la que en el fondo permite que el Ayuntamiento de Lena tenga el dinero para dar las ayudas a la hierba, pretende como objetivo «alcanzar un justo equilibrio entre la producción agrícola competitiva y el respeto de la naturaleza y el medio ambiente. El proceso de integración se basa en la introducción de medidas para la protección del medio ambiente en los diferentes campos de actuación comunitaria y lleva consigo la firme resolución de alcanzar la coherencia entre la política ambiental y la agrícola».

Y para alcanzar este objetivo la Unión Europea se apoya en lo que se denomina «ecocondicionalidad», que condiciona que los agricultores deben cumplir los requisitos de «protección medioambiental como condición para beneficiarse de las ayudas».

Y esta Unión Europea, que la formamos todos y cuyos dineros que luego se reparten para ayudas como ésta de la hierba salen de nuestros bolsillos a partir de los impuestos que pagamos, pretende que la ecocondicionalidad se haga patente a través de ayudas al mundo rural mediante la aplicación de las medidas agroambientales que a su vez condicionan al beneficiario de las ayudas a la hierba y a otras muchas ayudas a practicar lo que se conoce como «buenas prácticas agrarias».

Esta retahíla de circunstancias debería ya de conseguir que se alcanzase el objetivo de que caminasen de la mano los conceptos de agricultura y biodiversidad, que como la propia UE dice: «La biodiversidad agrícola incluye todos los componentes de la diversidad biológica necesarios para los alimentos y la agricultura, así como todos los componentes de la diversidad biológica que constituyen el ecosistema agrario: la variedad de animales, plantas y microorganismos, a nivel genético, de especie y de ecosistema necesarios para sustentar las funciones claves del ecosistema agrario, su estructura y procesos».

Y así podríamos señalar más objetivos que se ha propuesto alcanzar la Unión Europea con la colaboración de los países miembros como España, sus comunidades autónomas y los entes locales como el Ayuntamiento de Lena, los objetivos de vincular la agricultura y protección del suelo, la agricultura y plaguicidas, la agricultura y el agua, o los indicadores agroambientales, entre otros.

Pero a la vez que nos podíamos informar de la existencia de estas ayudas a la hierba que concede el Ayuntamiento de Lena leyendo el escrito colgado del tablón de anuncios del pueblo, con sólo dar un vistazo al entorno se podían ver montes quemados por los cuatro costados, como resultado de una pertinaz costumbre de la gente del campo a los que por lo que se ve nadie les informa de que precisamente cobrar la subvención de la hierba que todos pagamos de nuestro bolsillo y quemar los montes, que también es un patrimonio de todos los ciudadanos, no es compatible.