Anda la parroquia muy mosqueada porque el Ayuntamiento de Felgueroso ha dado uno de los quiebros más notorios del tiempo reciente. La parroquia es, evidentemente, la de Cabueñes, lugar donde reside la Plataforma Contra el Muro edificatorio previsto por el PGOU, el que tratará de arreglar el buen lápiz de Jovino Martínez Sierra, arquitecto que es de lo mejorcito que hay en nuestro entorno.

La Plataforma Contra el Muro de Cabueñes es en el presente el organismo más combativo del concejo, y por ello ha sido calificado de movimiento de «malos ciudadanos» por el concejal Sariego, del PSOE (aunque con razonables disculpas posteriores). Ahora mismo no recordamos con exactitud si dijo «malos ciudadanos» o «ciudadanos malos», matiz no trivial, porque no es lo mismo «un hombre pobre» que «un pobre hombre». Un «niño malo» siempre sonará a criatura traviesa, mientras que un «mal niño» parece algo intrínsecamente funesto, un malnacido, o parecido.

Pero dejamos de lado la colocación del epíteto y vamos al meollo del asunto. Los ciudadanos de la Plataforma de Cabueñes -considerados malos antes de las disculpas- han ido a personarse en el proceso judicial del «caso Blanco», mientras que el buen Ayuntamiento se ha abstenido hasta la fecha. Éste es el quiebro al que nos referíamos al comienzo: que la municipalidad, en el último de los varios bandazos que había dado con este caso, iba a meterse en harina «caiga quien caiga», según frase literal del edil de IU Jesús Montes Estrada, «Churruca». Los bandazos se iniciaron tras la cabal comparecencia del no menos cabal edil Pedro Sanjurjo (PSOE), pero después tocaron a rebato en las Consistoriales. Ahora mismo no sabemos por dónde van, pero habrá que analizarlo.

Mientras tanto, citemos a Mae West: «Las chicas buenas van al cielo y las malas vamos a todas partes». Lo cual, traducido a nuestro caso, significa que los ciudadanos malos se personan en los juicios, pero el buen Ayuntamiento de Felgueroso, o ella misma, se van, si no al cielo, al menos al limbo.