Dicen las informaciones oficiales emanadas de la municipalidad que una ONG denominada Transparencia Internacional coloca a Gijón como segunda ciudad de España con mayor transparencia en la gestión de los servicios públicos. Hemos ido a la página web de dicha entidad y comprobamos que Gijón no es estrictamente la segunda, sino que está en segundo lugar empatada con Alcobendas, Avilés, Bilbao y Mataró (la primera del «ranking» es Sant Cugat del Vallés). No obstante, no vamos a cebarnos en ese matiz de ser «la segunda» o estar en el grupo de segundas. El mejor escribano echa un borrón; es decir, el Ayuntamiento más transparente también puede cometer una o varias imprecisiones.

Pues bien, el índice de transparencia de los ayuntamientos (ITA) nos ha parecido algo fascinante y al que habría que dedicarle más espacio que el de esta columna. Por ejemplo, mete en el mismo saco y valora parámetros tan diferentes como éstos: si el Ayuntamiento en cuestión «difunde información sobre la composición política de los cargos electos», o si «se publican los informes de auditoría o los de los órganos de control externo (Tribunales de Cuentas)».

Como pueden observar, no hay color entre una transparencia y la otra. Estaría bueno que el Ayuntamiento no comunicase quiénes y de qué partido son los concejales. Pero hay más: una vez conocido ese dato, es ya irrelevante, puesto que la recurrencia de sus efectos se puede comprobar, por ejemplo, cada vez que se celebra un Pleno municipal y los ediles votan los asuntos del día. Es como las leyes de la naturaleza: una vez que sabemos que llueve hacia abajo, ya no hay que romperse la cabeza con ello. En cambio, hacer públicos los informes del Tribunal de Cuentas o las sentencias judiciales que le afectan sí que sería un acto de transparencia genial. No obstante, pongamos que agradecemos la nitidez de la municipalidad. Pues bien, mucho más tendría que festejar el Ayuntamiento la transparencia de sentencias o informes de cuentas, ya que nos revelan las propias entrañas del Consistorio.