Pertenezco al sensiblero grupo de los que se les altera el pulso de Gijón en los medios informativos. Siempre, naturalmente, que no sea en la sección de sucesos, el obituario o la página de esquelas mortuorias. No son demasiadas las ocasiones en que Gijón sale en letras de molde con motivo de gozosas celebraciones, importantes descubrimientos científicos, éxitos en el terreno cultural y deportivo o felices acontecimientos.

Pero tampoco son muchas las veces en que Gijón aparece como escenario de algo que caiga de lleno en lo penal. Pero en este otoño se ha descubierto una trama de blanqueo de dinero que implica a una banda de guineanos ocupantes de cargos políticos en aquel país que algún día fue colonia española.

Una juez de Las Palmas de Gran Canaria investiga supuestas propiedades de la familia Obiang y sus secuaces en España. Y en el Registro de la Propiedad parece figurar Gijón como uno de los lugares donde se han adquirido inmuebles. Por pura curiosidad, me gustaría conocer la ubicación de ese inmueble de propiedad guineana, quién lo vendió, en cuánto y qué destino se le ha dado. Si es zulo, polvorín, burdel o apartamento turístico frente a la mar cantábrica.

¿Cómo diablos ha venido a parar a Gijón, si lo que se investiga es cierto, la familia de los Obiang? ¿Quién los trajo y por qué? ¿Acaso estará Gijón destinado a convertirse en refugio de dictadores? Era lo que nos faltaba.