Las huelgas de hambre desde sus inicios tenían un sentido casi poético, en huelga de hambre se ponían luchadores por la libertad en la etapa del dictador, en huelga de hambre se pusieron personas con ideales ante los que casi todos sentíamos admiración. Pasados los años las cosas empezaron a pervertirse y en huelga de hambre se puso un asesino en serie, aunque hubo quien quiso venderlo como ayuno político, cuando no era más que un criminal sin más. Hace escasas fechas la huelga de Aminatu Haidar volvió a convertir las huelgas de hambre en algo con sentido, entendiendo su lucha y apoyándola. Este tema me hace llegar hasta nuestros días, donde una noticia en este mismo periódico hizo que muchas personas nos quedáramos atónitas con una noticia; decía lo siguiente, que los dirigentes de un club de fútbol de un barrio de Mieres se pondrían en huelga de hambre porque querían conseguir un campo de fútbol, les aseguro que tuve que leer la noticia tres veces, o sea, que por un campo de fútbol se ponen en huelga de hambre, que si no consiguen lo que quieren presionan con medidas de una trascendencia que se salta los límites de lo razonable y del raciocinio. Si esto es verdad, tengo miles de dudas, empezaré por preguntarme y preguntarles, ¿un club de fútbol de un barrio se supone que se nutre de niños?, como es posible que niños que están en período de formación escuchen o participen de medidas de presión que hablan de huelgas de hambre para conseguir un objetivo, el que sea, ¿qué valores se están transmitiendo a esos niños? Porque esos niños están formándose en la escuela y fuera de ella, ¿qué se les enseña?, que con presión se consigue todo, «vergonzoso», como van a reaccionar esos niños en la edad adulta si los mayores a los que ellos admiran les enseñan gestos y hazañas de este calibre. El deporte todos y todas pensábamos que era algo sano y divertido, parece ser que en este caso no. Los padres y madres que llevan a sus hijos a practicar fútbol en la creencia de que así están ocupando su tiempo y no están en otros sitios, yo les diría desde aquí, a los que quieran leerlo, que si lo que quieren es canalizar la energía de sus hijos hay otras opciones y seguramente más «pacíficas», además de fútbol, hay múltiples actividades culturales con las que se pueden satisfacer las inquietudes de un niño/a; la rabia y la ira son malas compañeras educativas. Si el Principado vela por la salud nutricional de nuestros niños, debería también velar por su salud deportiva.

A todas y todos, buena suerte.