El hallazgo en un semisótano del Museo de la Campa Torres de unas 8.000 piezas arqueológicas, más 330 cajas de material general, correspondiente todo ello a las excavaciones realizadas entre 1977 y 2000 en dicho espacio del Gijón prerromano, constituye un hecho extraño y muy poco comprensible. Más aún cuando sucede en una ciudad que ha hecho de la investigación sobre su antigüedad una de sus señales identificativas, además de un atractivo turístico que se ha materializado en museos como el de las Termas Romanas, la Torre del Reloj, la villa tardorromana de Veranes o el citado yacimiento cilúrnigo de la Campa Torres.

No se entiende cómo ese material -hallado en 2009- permaneció durante casi una década almacenado sin más explicaciones, y oculto a una exposición pública que sin duda alguna habría enriquecido el museo situado sobre el cabo de Torres.

Las preguntas al respecto son numerosas, pero ni la Consejería de Cultura del Principado ni el Ayuntamiento de Gijón han explicado todavía cómo se llegó a esa extraña situación. Las numerosas y fructíferas excavaciones realizadas durante años en Gijón estuvieron en algunos momentos sometidas a públicas tensiones, algunas de las cuales desembocaron en que los tribunales de justicia tuvieran que dilucidar la legalidad de algún procedimiento de contratación de profesionales de la arqueología.

Aquellos sucesos ya habían quedado muy atrás en el tiempo, pero lo acaecido con los materiales arqueológicos de la Campa Torres renueva la sospecha de que ciertas discrepancias han sido la causa de esta rara ocultación de descubrimientos durante tanto tiempo. Otra explicación apuntaría a que las administraciones actuaron con dejadez, algo que podría tener consecuencias judiciales.

Otra preocupación añadida a este suceso es que el peculiar almacenaje de las piezas en condiciones poco apropiadas podría haber destruido datos científicos sobre lo hallado. No obstante, el Principado asegura que dicha información no se ha perdido y que las piezas se han vuelto a catalogar correctamente. También se duda de que lo recuperado sea todo lo excavado en su momento, es decir, que existan piezas cuyo paradero se desconoce, concretamente ciertas ánforas de especial significación científica.

En vista de todas estas circunstancias, es preciso que las autoridades autonómica y municipal ofrezcan sin dilación todas las aclaraciones posibles y expliquen lo sucedido con un patrimonio tan relevante del pasado de Gijón. Puede que del recuento de los hechos se deriven situaciones que hayan vulnerado la legislación acerca del patrimonio histórico. En tal caso, las administraciones públicas no deben mirar para otro lado.

Y, finalmente, es preciso que todo el material recuperado encuentre acomodo en el propio Museo de la Campa Torres, para conocimiento y disfrute de gijoneses y visitantes, así como para seguir reflejando la larga investigación que Gijón realiza desde hace más de 30 años acerca de su pasado romano, prerromano y tardorromano.