No están los tiempos para tirar a la papelera lo que esté en buen uso, ni para despreciar lo que funciona, pero el empeño del Ayuntamiento de Felgueroso en demoler la céntrica estación ferroviaria de El Humedal implica dejar en la calle a diez comerciantes, y de modo fulminante. Uno pasea por Gijón y le aflige el número de comercios cerrados y de locales vacíos, pero ahora la estúpida voluntad municipal provocará un paquete de clausuras. Será éste un efecto colateral de otra barbaridad más grave: eliminar la condición muy céntrica del ferrocarril en Gijón. Y como decimos que la estupidez predomina en este asunto, vamos a demostrarlo, pues opera como el cuento de la lechera.

El túnel subterráneo de Gijón, sus cuatro estaciones, la eliminación de la barrera ferroviaria y la estación intermodal han acabado en un perfecto manga por hombro: no hay dinero de Fomento ni lo habrá cuando escampe la crisis (que será dentro de largo tiempo); pero tampoco lo hubo durante los años buenos y pasados. Sin embargo, a los gijoneses nos siguen engañando como a tontos y hasta el candidato socialista, Santiago Martínez Argüelles, finge alegría porque dice que el metrotrén se hará con el plan público-privado del ministro Blanco (lo mismo asegura el consejero Buendía para los accesos a El Musel, o sea, despidámonos y acostumbrémonos a ver un superpuerto casi vacío y sin enlaces adecuados).

Y el cuento de la lechera consiste en que derribamos El Humedal, lo parcelamos, lo vendemos para bonitos edificios de vidrio verde y, con el monto de millones obtenido, hacemos todo lo demás. ¿Quién se lo cree a estas alturas de la burbuja inmobiliaria deshinchada, que todavía puede ir a peor? Evidentemente, todo este delirio lo provoca que Felgueroso y Argüelles tienen que llegar a las elecciones de mayo con algo en el papo, y no descartamos que aparezca por la ciudad un mandatario de Fomento a firmar un papel para engañarnos de nuevo. Entre tanto, no dudan en cargarse comercios o en que las ferroviarias se suiciden (siempre nos quedará ALSA) al perder una céntrica estación y clientela.