Los mundos prohibidos -por ley positiva- se revuelven. La nueva ley Antitabaco dice que no salgan humanos fumando en las pantallas, lo cual significa que algún orangután fumador podría hacerlo, a mayor gloria del Proyecto Gran Simio, que proclama cómo la igualdad va más allá de la Humanidad y abraza a los primates superiores. En otra vertiente de las leyes, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea anula parcialmente el canon digital español, ese que da por supuesto que todo humano es un infractor que copia ilegalmente películas, músicas, juegos, etcétera, y por ello se le cobra de antemano la multa: 45 céntimos por un DVD virgen o 12 euros por un disco duro.

Por ello proponemos esta doble infracción: adquiera un DVD con canon redentor por copia privada y grabe en él «Desayuno con diamantes» y contemple cómo fumaba Audrey Hepburn, la actriz cinematográfica más grande de todos los tiempos. Lo bordaba fumando con boquilla de 30 centímetros, en el fiestón que da en su apartamento neoyorquino, o, cuando sale de la Comisaría, a pitillo limpio, como la granjera que había sido. Hepburn fumaba deliciosamente en todo momento y un tumor de colon se la llevó de este mundo en Suiza, en 1993. Tenía el cuello algo arrugado, aunque mantenía la elegancia de un cisne. Diecisiete años hace ya que no la tenemos.

La verdad es que observar a Audrey Hepburn con un cigarrillo -uno ella y otro nosotros- no será tal infracción. La nueva ley Antitabaco prohibirá la emisión de imágenes de fumadores, salvo en la ficción. Qué ingenuidad. ¿A cuántos hombres de aquel tiempo habrá arrastrado Humphrey Bogart al tabaco? Es probable que incluso se pueda establecer un paralelismo: las películas empeoraron apreciablemente cuando los actores dejaron de fumar en ellas. Véase el presente del cine y compárese con el pasado. Claro que si eliminan el canon habrá cargo de conciencia en quien baje y grabe copias privadas de películas clásicas.