Escribo estas líneas bajo el estado de alarma, así que espero que ustedes lo tengan en cuenta: no quiero pasar la próxima noche en Villabona acusado de sedición. No es retórica, se ha abierto una puerta que ni siquiera se consideró el 23-F o el 11-M, así que o están ocurriendo cosas gravísimas que nos ocultan o desde las altas esferas se está jugando descaradamente a meter miedo a la población.

Decían los clásicos que no cabe empezar el credo por Poncio Pilatos, porque quedaría así: «Poncio Pilatos fue crucificado, muerto y sepultado». Y no, el crucificado, muerto y sepultado fue Jesús.

Para entender lo que está ocurriendo hay que empezar por la sorprendente y misteriosa renuncia de ZP a viajar el jueves a la cumbre iberoamericana. ¿Sabía la que se iba a armar? Sospecho que sí. Pero, sobre todo, hay que considerar que en el Consejo de Ministros del viernes se decidió acabar con el Pacto de Toledo, bajar las pensiones y aumentar los recortes sociales. Esas medidas tremendas se acompañaron con una provocación a los controladores, que como miuras -o peor, quizá manipulados- entraron al engaño y así nadie se ha enterado de la tremenda estocada que acaba de dar ZP a millones de ciudadanos.

Dejar en tierra a 250.000 personas que se iban de puente o a las ocupaciones que fueren es muy grave. Arruinar a millones de españoles, los más débiles y no un fin de semana, sino los 365 días del año es infinitamente más grave. Mal los controladores y muchísimo peor el Gobierno, que, manejando la muleta, ha ganado la partida y encima ha echado la culpa del caos aéreo a una conspiración del PP. ¿Por qué va a durar el estado de alarma 15 días más?