Europa financieramente parece situada en medio de una falla geológica, con fuerzas opuestas tirando de cada lado y produciendo auténticos terremotos en las Bolsas y en los mercados de deuda.

De un lado tiran los intereses económicos nacionales, que después de 55 años de Comunidad Europea siguen divergentes. Un Reino Unido interesado en su relación preferente con Estados Unidos y en su independencia monetaria respecto a la UE; unos países nórdicos, con rentas muy elevadas, alta protección social y escasa dependencia exterior; dos gigantes, Francia y Alemania, con grandes intereses exportadores, muy poblados y fuerte industria, y unos países mediterráneos ciclotímicos, capaces de crecimientos rápidos y hundimientos instantáneos, con grandes problemas de competitividad. Y unos países del Este.

Estos 27 egos nacionales se enfrentan a la necesidad de una integración acelerada debido a la enormidad de la crisis que enfrentan. Así los sucesivos Consejos Europeos han producido acuerdos globales en materia de gobierno económico común, de nuevas competencias para el Banco Central Europeo e incluso un ambicioso Pacto Fiscal, punto de partida para una verdadera Unión Política, sueño de cualquier europeísta.

La frase «de esta crisis saldremos con más Europa, no con menos» resume el dilema al que se enfrentan ciudadanos y gobiernos. O bien se hace más fuerte la Unión, sacrificando soberanía nacional, o bien se reconoce el fracaso de la integración europea y que cada país busque su propia salida al laberinto.

La prueba del nueve de que la solución pasa por la integración y no por el camino individual nos la da la prima de riesgo país, es decir, lo que cada Estado paga de más respecto a Alemania para colocar su deuda pública en los mercados internacionales. Francia tiene su prima en el 110, España en 320, Italia y Polonia en 350, Portugal en 1.000 y Grecia en 3.000. Frente a esto, USA, Japón y Canadá, competidores comerciales directos de la UE, tienen cifras negativas. La Europa unida tiene mucha más credibilidad financiera que la suma de sus partes.

Decisiones trascendentales deben ser tomadas por nuestros gobernantes en breve plazo, tanto a nivel nacional como comunitario, para salvar el euro y la economía. Decía Jaime Mayor en el congreso del PP en Sevilla que sin liderazgo político las verdades se abrirán paso a sartenazos. Aunque nos duela la calle, en España la sartén queda aún lejos.