Mañana, cuando Cataluña se independice, cuando sea firme la separación de España, ¿a quién van a culpar los catalanes de todos sus males y desgracias? ¿A quién van a dirigir sus cáusticas soflamas los seguidores culés desde el cemento del Camp Nou cuando el enemigo histórico domine la Liga del cercano país extranjero mientras, presos de melancolía, tengan que conformar el destino de la batalla dominical a un partido de la máxima con el Hospitalet? ¿Serán felices los catalanes sin tener a mano el chivo expiatorio al que azuzar, al muñeco del pimpampum al que desde hace décadas recurren para espantar sus traumas y fantasmas? Ya no podrán clamar "España nos roba". Tendrán que empezar a reconocer que quien les roba son los Pujoles, los Mases y otros clanes convergentes. Eso sí, a partir de ahora les van a birlar la cartera con mucho seny, con mucha elegancia.