La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Personas gratas e ingratas

En 1957 Franco, un político de la derecha extrema, autorizó la instalación de una celulosa en la ría de Pontevedra, a dos pasos del centro la ciudad. Hubo algunas protestas, tímidas claro, porque toda oposición a la política de la dictadura se pagaba con la cárcel. Pese a ello, 17 mariscadoras fueron detenidas y la fragata "Hernán Cortés" se dejó ver por la ría para certificar que cualquier otra alternativa al proyecto era imposible.

Muy pronto, a medida que la factoría comenzó a funcionar, los vecinos y los visitantes empezaron a sentir los efectos perniciosos en forma de contaminación atmosférica y pestilentes olores. La riqueza marisquera y pesquera de la ría quedó fuertemente afectada y el baño en las inmediaciones se hizo peligroso.

Aquello era una porquería y los sufridos habitantes de la hermosa ciudad del Lérez la soportaron resignadamente con la esperanza de que, una vez concluida la concesión por 60 años que había autorizado Franco, el sentido común y el fin de la dictadura permitiesen la erradicación definitiva del tormento que castigaba la piel, los ojos y las narices de los ciudadanos.

En un primer momento de la renacida democracia parecía que iba a ser así. Todos los partidos, incluido el PP, hicieron declaraciones a favor del traslado de la celulosa a otro lugar y el más ecologista de los políticos resultó ser el actual presidente de la Xunta de Galicia, señor Nuñez Feijóo. "No cabe la posibilidad -dijo- de mantener Ence en la ría. No vamos a decir una cosa y hacer la contraria". Pues justamente fue así, dijeron una cosa y luego hicieron otra. Y el que más se significó en ese cambio de criterio fue Mariano Rajoy que, una vez elegido presidente del Gobierno español, modificó la Ley de Costas para facilitar el camino hacia la renovación de la concesión.

Una posibilidad que el mismo Rajoy, ya como presidente en funciones, se encargó de confirmar por sorpresa al permitir a Ence que anunciase la renovación de la concesión por otros 60 años. Una decisión que pone de manifiesto dos cosas. La primera, que el señor Rajoy desconfía de renovar en el cargo de presidente del Gobierno. Y la segunda, que tiene muy asumida la doctrina sobre la prisión permanente revisable, que fue uno de los programas estrella de su mandato.

En la prensa madrileña se ha calificado de "fascista" el acuerdo del ayuntamiento pontevedrés que ha declarado a Rajoy "persona non grata". Que sepamos, fascista era Franco.

Compartir el artículo

stats