La llegada de un nuevo Gobierno al poder en la nación da pie a reclamar desde Gijón el necesario relanzamiento del plan de vías, uno de los proyectos más emblemáticos para el desarrollo de las infraestructuras pendientes en esta ciudad. Existe temor tanto en Gijón como en Asturias a que la vinculación del nuevo ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, a la comunidad de Cantabria, de cuya capital fue alcalde hasta que Rajoy decidió incluirlo en su nuevo gabinete, suponga el avance de las grandes obras públicas pendientes en la comunidad vecina y demore aún más las que claman en Asturias contra los enormes retrasos que acumulan.

Gijón al Norte, la sociedad que gestiona esta iniciativa pública en la que participan el Ministerio de Fomento, el Principado de Asturias y el Ayuntamiento de esta ciudad, no ha recibido ni una sola oferta de compra de las dos primeras parcelas del plan de vías con las que se pretende financiar la construcción de la futura estación. Que no se vendan esas parcelas tiene el lado positivo de que el solar resultante se ha convertido en un gran parque público en el centro de la ciudad para el disfrute de los ciudadanos; pero el muy negativo de reconocer que sin el resultante económico de esa operación, el proyecto de transformación urbana más ambicioso con que cuenta esta ciudad está herido de muerte.

Las actuaciones urbanísticas que dependen de una correlativa venta de suelo para llevarse a cabo están condenadas a día de hoy al fracaso. En época de vacas flacas, los promotores renuncian a acaparar solares a precios que a día de hoy están fuera de mercado. Si las plusvalías de esa operación de compra-venta son el único recurso para financiar el coste de la estación que reuniría en una misma ubicación a los trenes de cercanías y de largo recorrido y a los autobuses de líneas regionales, nacionales e internacionales, resulta evidente que el proyecto se ve definitivamente abocado al fracaso. De los más de 400 millones de euros en que está presupuestada la operación, 228 dependen de la venta de los solares, de manera que el proyecto está sujeto con alfileres. Al menor soplo de viento, el castillo de naipes se vendrá abajo.

El nuevo Gobierno de la nación debe entender que resolver el plan de vías de Gijón es esencial para el futuro de una ciudad a la que los turistas llegan en tren a una estación provisional alejada del centro urbano; y en autobús a un inhóspito apeadero, sin las mínimas condiciones. La primera imagen que Gijón ofrece a los visitantes es, por tanto, deplorable. Desde esta ciudad se le va a exigir que, en cuanto que un proyecto ferroviario de tal calado entra dentro de sus competencias, se haga cargo de financiar con fondos estatales el mayor monte de la operación. Ya lo hizo antes, con proyectos similares, en León o en Vigo, de manera que no se le pide una excepción en favor de la demanda gijonesa, aún en un escenario de recortes y de contracción de las inversiones para no dañar el objetivo de déficit. La sintonía alcanzada en los últimos meses de la anterior legislatura por el Ayuntamiento de Gijón con la exministra Ana Pastor debe trasladarse ahora al nuevo titular de Fomento.

El plan de vías reclama una solución definitiva y urgente. Que cada una de las tres administraciones implicadas esté en manos de un partido político diferente no puede convertirse en razón que justifique la excesiva y sangrante demora de una iniciativa clave para el desarrollo de esta ciudad.