Al PSOE asturiano los Reyes Magos le pueden traer carbón. O no, que en esta guerra desatada tras el anuncio del cierre de algunas térmicas -la de Lada, por no ir más lejos- ya no se sabe si el carbón es negro castigo o cálida bendición.
En el tablero de ajedrez de la partida que disputan javieristas y barbonistas, las piezas son de antracita y han ido a buscarlas a la mina de Sotón con picos y palas del SOMA, o han llegado en barco a El Musel desde Sudáfrica. Hay jaque pero faltan movimientos para el mate. Juegan negras y por ahora, tablas.
Sólo el presidente del Principado ha defendido hasta ahora con vehemencia el mantenimiento de las centrales que queman el oscuro mineral. Es la reconversión de los conversos. Sin embargo, ni una palabra se ha oído, hasta la fecha, de boca de Barbón o de Adriana Lastra. ¿Qué opina la portavocía de la FSA sobre los planes de las eléctricas, tan positivas para la atmósfera y para la salud como nefastas para la economía portuaria? Parecería que les han exigido voto de silencio. ¿Habrá que preguntarle a Hugo Morán?
A Iberdrola, la primera empresa que anuncia el finiquito de las centrales de carbón, los ecologistas le hacen la ola y la aplauden con la devoción con que se jalean en el Camp Nou los goles de Paco Alcácer. A la empresa de Galán, los defensores del medio ambiente le van a colgar muñecos de Papá Noel vestidos de verde en las chimeneas estas Navidades, con guirnaldas de luces de central eléctrica.
El ministro Nadal (Navidad en catalán) vino esta semana a Asturias con el aguinaldo, que es el anuncio de que el Gobierno no pondrá fácil a las eléctricas desprenderse de las térmicas. Para la regasificadora, sin embargo, más carbón. A corto y medio plazo.
