Llanes,

B. MORÁN / E. G. CEA

No son ni dos horas totales de grabación, pero recuperar cada segundo, cada minuto y cada imagen de estos miles de fotogramas lleva meses y meses de dedicación y destreza. En su estudio de la céntrica calle Sagasta de Madrid, el cineasta Manuel Primoy trabaja con especial mimo y cariño en la restauración de unas cintas de los años veinte que podrían estar listas para diciembre. Será entonces cuando se revelará cómo era el Llanes de hace casi un siglo.

Las películas fueron rescatadas del olvido por el periodista y recuperador de patrimonio llanisco José Antonio Anca a finales del pasado año en un viejo y polvoriento armario del Palacio del Cuetu, enclavado en la villa. Anca se puso rápidamente en contacto con Primoy, que es discípulo del reconocido cineasta y restaurador de cintas Juan Mariné. Primoy es de los pocos genios del panorama actual nacional capaz de volver a dar vida a reliquias cinematográficas de años pasados. Las cintas halladas en Llanes muestran algunos momentos felices que una familia burguesa decidió inmortalizar con su por aquel entonces primitiva videocámara.

Un viaje a Madrid en el que pasearon por el madrileño parque del Retiro, fiestas populares de Llanes, también productos más comerciales como peliculas de Charlot o dibujos animados y un sinfín de imágenes que muestran cómo era Llanes, cómo se vestía o se divertía la gente en aquellos «locos años veinte». Según cálculos efectuados por Primoy, las cintas son anteriores a 1923. «La última de las películas es de ese año, las demás son anteriores a esta fecha», asegura.

Primoy nació en Monfero, Ferrol, hace más de cincuenta años y lleva en el mundo del cine treinta dos años. Empezó trabajando en montaje como auxiliar y ayudante, primero montando películas, documentales, y cortos, luego le surgieron trabajos de trucar títulos, montaje y restauración.

Este erudito del mundo cineasta ha viajado por todo el mundo y conoce las modas vacacionales que se impusieron desde los años cuarenta hasta la actualidad. Todo esto, sin salir de su estudio, por el que al año pasan miles de cintas cuyos propietarios ansían recuperar sus contenidos, que suelen ser de momentos felices como bodas, vacaciones o el bautizo de su primogénito.

Primoy viaja ahora por el Llanes de los años veinte y su particular viaje va «sobre ruedas», ya que el trabajo más complicado de su misión con las citas llaniscas ya está «solventado» y podría tenerlas para antes de fin de año. Será entonces cuando muchos llaniscos podrán deleitarse con estos extractos de su pasado que ahora recobrarán la vida en modernos cd´s.