En cuestiones de negocios muchas veces no bastan las intenciones para conseguir salir a flote. Es lo que le ocurrió al empresario de la residencia de ancianos Cruz de Pienzo, en Piloña. En el año 2000 abrió un hotel en este pequeño pueblo, Cereceda. Todos los lujos y las comodidades para un establecimiento que no conseguía llenar sus habitaciones más que en verano. Así que hubo que reinventar el negocio. Entonces se puso en marcha la residencia de ancianos, también a todo lujo. «Nosotros damos un trato especial y tenemos unas instalaciones especiales», explicaban ayer los trabajadores del centro. Pero la enfermedad terminó con las ganas de luchar del propietario y las deudas también comenzaron a acumularse en el cajón. Ahora, una orden oficial ha llegado para echar el cierre de estas instalaciones, donde ayer algunos mayores descansaban tranquilos en el sofá y otros miraban la nieve por la ventana, todos ajenos al viaje que emprenderán hoy. Los trabajadores confían en que la Consejería los ayude a salir del bache hasta que otro empresario se haga con el negocio, pero Bienestar ya hará hoy efectiva su orden. La residencia quedará vacía.