Oviedo,

Marta PÉREZ

«Menos mal que fue hace dos días, si me pasa hoy, no lo cuento». Antonio Gómez Albarrán, el cocinero del refugio del Urriellu que sobrevivió a un ataque al corazón en los Picos tras una operación de salvamento que duró toda la madrugada del miércoles cree que ha tenido «mucha suerte». Ayer, en la unidad de coronarias del Hospital Universistario Central de Asturias (HUCA) no dejaba de repetir que si hubiese sufrido el infarto un día después, cuando el temporal de frío y nieve recrudeció, nadie habría podido acceder al refugio para auxiliarle. «Estoy muy contento de poder contarlo», dijo ayer Gómez, de 59 años, a su amigo Tomás Fernández, el guarda de Urriellu.

Fernández y otro trabajador del refugio, Luis Sánchez, fueron los primeros en visitar ayer en el Hospital a Antonio Gómez. Con su hija, que vive en Madrid, ha podido hablar por teléfono para tranquilizarla. Lo peor ha pasado. El cocinero del Urriellu se alegró mucho de ver por fin caras conocidas en el Hospital y no paró de bromear con sus compañeros. Hicieron chistes hasta con un folleto protocolario de conductas recomendables después de padecer un infarto que dice que nada de sexo en unas semanas. Una vez estabilizado de la afección cardiaca se espera que el cocinero del Urriellu sea trasladado hoy al Hospital de Arriondas, para proseguir allí su recuperación.

La noche del martes Antonio Gómez no se encontraba especialmente mal. Estaba solo en la Vega de Urriellu. Fue después de tomarse un colacao con galletas cuando comenzó a sentir malestar: le dolía el pecho, se sentía mareado y llegó a vomitar. «Enseguida supe lo que era; me di cuenta de que era un infarto», dijo ayer el cocinero del Urriellu, que hasta el martes nunca había padecido una afección cardiaca. El 112 Asturias recibió un aviso a las 23.58 horas del martes. El propio Antonio Gómez alertó a los servicios de emergencia. Utilizó la emisora de radio con la que está equipado el refugio porque el teléfono satélite no funcionaba. «Yo les escuchaba bien, pero ellos a mí por momentos no me oían», explicó Antonio Gómez. La radio suele quedarse sin batería por las bajas temperaturas, cuando la nieve cubre las placas situadas en el exterior y hay que retirarlas a menudo. El cocinero del Urriellu estuvo consciente en todo momento. Mientras el grupo de rescate de Bomberos de Asturias -cuatro bomberos y un médico partieron en un todoterreno hacia los Picos de Europa- se ponía en marcha, los técnicos del servicio de emergencias daban ánimos a Antonio Gómez, que terminó por apagar la radio para economizar energía y utilizarla sólo en el caso de que su estado empeorase. El cocinero del Urriellu se quedó solo, con el silencio de la montaña.

Gómez calculó que los equipos de emergencia tardarían unas seis horas en llegar al refugio y se preocupó cuando, transcurrido ese tiempo, no había llegado nadie. «Me dio mala espina», contó ayer a sus compañeros. El grupo de rescate consiguió llegar con el coche, equipado con cadenas, hasta más allá de los Invernales de Cabao, donde la primera nieve caída les impidió continuar, alrededor de las cuatro de la madrugada. A partir de este punto, ayudados por los esquís, consiguieron llegar hasta el refugio de la Tenerosa. Aún quedaban dos horas a pie hasta el refugio de Urriellu en condiciones normales. Pero en ese momento la nieve superaba ya el medio metro de espesor, por lo que el equipo de rescate decidió esperar hasta el amanecer para evitar males mayores.

Con la luz del día el equipo de rescate solicitó la intervención del helicóptero medicalizado: la niebla había invadido la zona y el riesgo de aludes era inminente. Dos bomberos y el piloto partieron hacia el refugio del Urriellu haciendo escala en La Terenosa para recoger al médico rescatador.

El helicóptero llegó al refugio del Urriellu a las 10.21 horas del miércoles. Para el cocinero del Urriellu, que repite una y otra vez que ha tenido suerte de «poder contarlo», fueron las diez horas más largas de su vida. El equipo de rescate trasladó a Antonio Gómez en un primer momento al Hospital de Arriondas, pero, al carecer el centro hospitalario de una unidad coronaria, decidieron trasladar al hombre en una ambulancia al Hospital Universitario Central de Asturias.

Tomás Fernández explicó ayer, después de visitar en la unidad de coronarias de Oviedo a Antonio Gómez, que los médicos le habían trasladado que el paciente había tenido suerte porque el infarto había afectado a una zona «menos crítica» del corazón. Según explicó el guarda del refugio del Urriellu, está previsto que, una vez estabilizado, su amigo Antonio sea trasladado a lo largo de la jornada de hoy al Hospital de Arriondas.

Mientras, el cocinero del Urriellu sólo piensa en volver a trabajar. Ayer andaba dándole vueltas a las recetas de la próxima temporada de verano. Está empeñado en hacer tortilla de patata con «huevina» y no sabe para cuantas tortillas alcanzará un bote: cree que quizás para cinco.

Si algo ha impresionado más a Antonio Gómez Albarrán, extremeño domiciliado en Madrid que trabaja desde agosto en el refugio y que recorrió medio mundo enrolado en mercantes como cocinero, es la repercusión mediática que ha tenido su rescate. «Él es muy pasota, le gusta pasar desapercibido y está muy impresionado con que se esté hablando tanto de su rescate. Me ha dicho que le prepare un dossier», dijo el guarda del refugio.