Cangas, J. M. CARBAJAL

Auténtico drama humano. María Jesusa Simón Delgado, natural del concejo de Amieva, aunque residente desde hace varios años en Nieda (Cangas de Onís), debió reincorporarse ayer, 19 de mayo, a su trabajo como funcionaria interina de limpieza en el Ayuntamiento cangués, a raíz de la correspondiente alta emitida por la Inspección de Trabajo de Asturias. Todo sería normal si no hubiese sido porque esa mujer, de 58 años de edad y viuda, se ve condenada a caminar desde hace algún tiempo ayudada de muletas ortopédicas.

María Jesusa Simón, que lleva prestando servicios durante algo más de seis años para el Ayuntamiento de Cangas, antes de recibir el alta para reincorporarse a su puesto laboral permaneció durante un año de baja por enfermedad, desde finales de 2009. Unas dolencias que se iniciaban con un tratamiento para la ciática, mediante inyecciones, siendo la última de ellas la que desembocó en un notable problema que complicaría su estado de salud y viéndose, a posteriori, en la necesidad de utilizar muletas para caminar.

Después de meses de calvario y numerosas visitas médicas, el desconcierto de María Jesusa llegó cuando la propia Inspección de Trabajo consideró oportuno darle de alta, sin más. En enero, pese a las muletas, trató de cumplir en su puesto de trabajo, pero sus limitaciones físicas pudieron con ella. «Estuve una semana a rastras, hasta que casqué. No pude más», explicó ayer, miércoles, en el parque municipal de Cangas de Onís, en un intervalo de su sufrida jornada laboral. «Intento barrer como puedo. Estoy aquí a rastras. La verdad, me da vergüenza», aseveró María Jesusa, mientas era centro de atención de los viandantes.

Las muestras de solidaridad y cariño de los cangueses no se hicieron esperar, sobre todo cuando observaron que la conocida barrendera necesita de sus muletas para ir de un lado a otro. «Esto tiene que salir en los periódicos y en todas las televisiones», le espetó a María Jesusa uno de sus convecinos, que no daba crédito a lo que veía: una trabajadora con su carro de la limpieza, su escoba y, además, andando con dos muletas. Sin duda, un verdadero drama humano que ha calado hondo durante todo el día de ayer entre los vecinos de la vieja capital del Reino de Asturias.

Superada una depresión, que también la tuvo de baja, María Jesusa Simón no tuvo más remedio que acudir a primera hora de la mañana a la faena. El responsable de personal del Ayuntamiento, comprensivo y bastante perplejo por la anómala situación, le encargó tarea a desarrollar en el céntrico parque municipal de Cangas de Onís, donde estuvo arropada por otros dos compañeros, José y María. Una intensa jornada que comenzó a las 6 de la mañana y finalizó a la una de la tarde. «No puedo, es que no puedo», señalaba la funcionaría de la limpieza y eso que, por turno, le hubiese tocado barrer la principal arteria de la ciudad, la avenida de Covadonga.

Lo que más le ha dolido a María Jesusa es sentirse ninguneada por la Inspección de Trabajo, pues le dieron de alta sin tener en cuenta, para nada, que tenía prevista, al día siguiente de la inspección laboral, una consulta para la especialidad de neurocirugía, en Oviedo, que incluía un escáner, placas y otras pruebas. «Me dieron el alta sin decirme nada más», manifestó muy dolida. «Ahora resulta que hasta que pasen seis meses no puedo coger ninguna baja», asevera esta mujer que no puede desenvolverse con normalidad en su quehacer cotidiano con la escoba, el carro de la limpieza y sus muletas ortopédicas.