Cangas, Alba SÁNCHEZ R.

Los usuarios de la Asociación para Discapacitados «Emburria», con sede en Cangas de Onís, pudieron disfrutar de su primer fin de semana de vacaciones acompañados sólo por cuidadoras y sus propios compañeros, tras la inauguración del denominado «piso respiro», el pasado viernes. Ese día todo eran nervios. Era la primera vez en su vida que varios usuarios de «Emburria» pasaban unas horas lejos de sus familiares. Muchas madres confesaban que les daba mucho miedo no estar junto a sus hijos. Algunas no se han separado de ellos en cuarenta años.

De los seis que utilizaron al «piso respiro» el pasado fin de semana, cinco son grandes dependientes, que básicamente no tienen ninguna autonomía por si solos, solventando sus dificultades sus familias 24 horas al día.

Para Dorita Antuña Fuentes, de 44 años que vive con sus hermana y sus sobrinos, la experiencia fue muy buena. Resaltó que había podido dormir de un tirón las dos noches y espera poder volver al «piso respiro» en cuanto pueda. Además se sintió muy acompañada y pudo disfrutar de cosas que normalmente no puede hacer, como tomar un refresco con los amigos.

Óscar Coro del Dago vive con sus madre, de 90 años, y jamás se había separado una noche de su familia. Estaba tan emocionado tras la experiencia que sólo acertó a decir que quiere volver al «piso respiro» el próximo viernes.

Si «respiro» fue para los discapacitados esos días solos, también lo fue para las familias. «El primer día fue el peor», confesaba Josefina Aragón, madre de Francisco Javier García, pero al ver a los discapacitados a la mañana siguiente todas sus dudas se disiparon. Élida Fernández, madre de Antonio de la Fuente, no hallaba palabras para expresar su gratitud hacia el equipo de asociación. Fernández es viuda, pero pertenece a una familia muy unida y sus hijos colaboran mucho con ella en el cuidado de Antonio. El «piso respiro» le permitió, por primera vez en mucho tiempo, salir con sus amigas a cenar tranquila, sin miedo a que a su hijo le faltara algo.

El «piso respiro» ha significado un antes y un después para las familias con discapacitados de una mancomunidad pequeña (Onís, Cangas, Amieva y Ponga), en la que se «mueve» la asociación.