Llanes, María TORAÑO

Hubo quien ayer levantó la persiana al despertarse y pensó que se había equivocado de día. Otros volvieron a cerrarla y a enroscarla de nuevo para cerciorarse de que no eran imaginaciones suyas lo que veían. El sol relució resplandeciente y el cielo permaneció despejado durante toda la mañana del día de San Roque en Llanes, algo que comentaban no sucedía desde hacía unos catorce años, y es que el santo peregrino tiene algo de fama en eso de atraer la lluvia. «El agua es la que lo limpia todo, como hacía el santo que quitaba la peste y los males», suele explicar Guillermo Sordo, el de La Sirena, uno de los devotos que ayer no dudaron en ponerse el traje de porruano para honrar a San Roque.

Algo menos de experiencia en las lides de las procesiones y los pasacalles llaniscos tienen los amigos Xavier Ferrer Gimeno y Guille García Domínguez. El primero de ellos -barcelonés afincado en Sevilla- debutó en agosto pasado. Era el primer año que visitaba Llanes -su novia es de la villa- y se vistió para San Roque animado por ella. La experiencia fue todo un éxito y tanto le gustó que no dudó en recomendárselo a su amigo. «Para disfrutarlo hay que estar dentro, porque es muy distinto ser espectador que participar», aseguraba Ferrer, quien invitó a Guille García -bilbaíno que vive en Madrid- y le dijo: «Si vienes te vistes. Si no, no vengas», comentaban. Junto a ellos, Anna Monclús -otra amiga que decidió guardar unos días de sus vacaciones para conocer Llanes- se lamentaba por no haberse animado a vestirse de llanisca. «Estás aquí y ves a todo el mundo con el traje, así que sí que te apetece», explicaba. Lo que no le faltó fue la siempreviva en la solapa, la flor características de los fieles del bando de San Roque.

También llevaba una siempreviva -pero en la puntera de su montera picona- José Ángel Hevia. La Comisión de San Roque invitó al gaitero a tocar el pericote, como un homenaje a Ignacio Noriega, «El Gaiteru San Roque», fallecido a finales del año pasado y que durante décadas se encargó de ensayar los bailes del bando y de tocar el día grande en la plaza de Parres Sobrino. «Hoy estoy muy cerca de un amigo que ya no está», declaró Hevia al concluir el festival folclórico. Para el famoso músico maliayés, el pericote -el baile llanisco más representativo- «te lleva a la infancia y a recordar toda la emoción que se sentía cuando Ignacio hacía sonar sus notas aquí».

Más de una lágrima se escapó entre el público cuando, en solitario, interpretó la canción «Bendita la reina», el himno de la Virgen de Covadonga, que tanto le gustaba al veterano gaitero Ignacio Noriega. «Ha sido un día de una emotividad fuera de lo normal», expresaba el presidente del bando, Aníbal Purón, quien si tuviese que resumir la jornada con una sola frase diría que «fue un día magnífico».

Las aldeanas y los porruanos comenzaron a reunirse a las 10.30 horas para recibir a la Banda de Música de San Martín del Rey Aurelio, con la que recorrieron las calles de Llanes, al son del pasodoble «España cañí». Posteriormente, se celebró en la basílica la misa solemne, tras la que comenzó la procesión. Una vez en la plaza, los más pequeños bailaron la danza peregrina, seguidos del fandango, de la danza del señor San Pedro, del xiringüelu de Naves -con el joven Juan Llaca como bailarín protagonista-, de la danza de San Juan de Nueva y de la jota del Cuera, en la que Daniel Fernández, «Matute», fue el encargado de dar las voces para los cambios de ritmo y de paso. Tampoco faltaron el corricorri de Cabrales -que hacía seis años que no participaba en la fiesta llanisca- y el pericote como broche a los actos de la mañana.

Por la tarde, a pesar de que las nubes regresaron al cielo, se celebró el XII Encuentro regional de gaiteros y, posteriormente, una espicha en el recinto de La Bombilla, junto a la basílica. Al caer la noche, las bandas de gaitas se concentraron en la playa de El Sablón y tuvo lugar una exhibición pirotécnica.

Los actos organizados por el bando llanisco de San Roque continuarán mañana con la tradicional verbena de la velada, en la Vega de la Portilla.