A este paso, la casona de la localidad piloñesa de Lludeña, adonde se rueda el reality de Telecinco, «Acorralados: aventura en el bosque», va a tener que establecer una línea directa con los cuarteles de la Guardia Civil de Infiesto, ya que, después de que Dionisio Rodríguez, más conocido como «El Dioni», tuviese que abandonar el concurso durante unas horas para declarar en Infiesto por un presunto delito contra la seguridad vial, ayer le tocó el turno a un corverano de 31 años, Jesús Álvarez, quien tuvo que declarar como testigo por pasar alimentos y ropa a los participantes del concurso.

Al parecer, el propio Álvarez accedió voluntariamente a declarar como testigo después de que fuese identificado tras entrar repetidas veces con un grupo de amigos a la finca de Lludeña, llegando a aprovechar varias visitas para dejar alimentos y ropa a los participantes en la letrina donde tienen que hacer sus necesidades. Alimentos y ropa que fueron aprovechados por el concursante y ex guardia civil, Antonio David Flores, que fue expulsado del concurso por los votos del público la pasada semana.

Aunque a la salida no quiso contar lo que declaró, fuentes cercanas al corverano señalan que habría admitido su entrada a la casa junto a un grupo de amigos sin haber provocado daño alguno en la misma, aunque alguno de sus amigos sí dejó caer que con el tiempo se sabrán más cosas. «Los días que entramos en la casona vimos cosas comprometedoras de alguno de los concursantes», comenta un amigo.

Precisamente tres de esos amigos, Alejandro Rubén, Mario López y Carlos García, que también admiten haber entrado en la casa, dicen no arrepentirse de lo que hicieron. «Nos hacía gracia dar Cancienes a conocer y de paso ver de cerca a los participantes», coinciden en señalar el grupo de jóvenes amigos que no dudan en apuntar a su concursante favorito. «Queremos que gane El Dioni porque anda por ahí con el gorro que le llevamos», apunta Carlos García.

Por otra parte, consideran que las medidas de seguridad en la finca deberían ser reforzadas porque creen que la casona es demasiado accesible para la gente del exterior y podría traer consecuencias. «Nuestras intenciones eran buenas, pero deberían de tener cuidado que algún día no entre alguien con ánimo de armar algo gordo», advierten estos seguidores de «Acorralados».