Ribadesella, Ramón DÍAZ

Lo que hasta ahora era una sospecha ha adquirido ya rango de hipótesis: las cuevas de Tito Bustillo, en Ribadesella, y El Buxu, en Cangas de Onís, fueron ocupadas en el Paleolítico por el mismo grupo humano. Un equipo multidisciplinar de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), tras dos años de trabajo, ha concluido que la cueva riosellana era residencia permanente de una población numerosa, integrada quizá por varios cientos de individuos, los mismos que ocupaban de forma estacional, seguramente en época de caza, la gruta canguesa.

Los arqueólogos tenían desde hace años esta sospecha, a la vista de la escasa distancia entre ambas cuevas, unos 12 kilómetros, su situación en el valle del Sella y el hecho de que a la entrada de El Buxu se hubieran encontrado hogares y espacios en los que se conservaba la carne procedente de la caza. Ahora los investigadores han comprobado que algunas de las pinturas de las dos grutas fueron realizadas en el mismo período.

El equipo de trabajo estaba integrado por químicos, físicos, geólogos y arqueólogos. Entre estos últimos figuraba Rodrigo de Balbín-Behrmann, el investigador que mejor conoce Tito Bustillo, puesto que estudia la cueva desde 1974, y que estaba especialmente interesado en conocer la composición de los materiales de las pinturas de las dos cuevas y en la posible relación entre ambas. El trabajo del equipo de la UNED ya está publicado en internet, en inglés, y pasará al papel en los próximos meses. Pero la «química» entre Tito Bustillo y El Buxu es sólo una de las hipótesis lanzadas por el equipo multidisciplinar de la UNED, en el que también estuvo el Antonio Hernanz, investigador el Departamento de Ciencias y Técnicas Fisicoquímicas de la UNED y autor principal del estudio. Las investigaciones han determinado, por ejemplo, que las pinturas más antiguas, con unos 30.000 años de antigüedad, están elaboradas por material muy fino; tanto que el grosor de estos pigmentos (inferior a una micra) es similar al de las que se utilizan hoy en día. Éste es el material que se utilizó, por ejemplo, en el Camarín de las Vulvas de Tito Bustillo. Sin embargo, el material con el que se pintaron las obras más recientes en la cueva riosellana es de mayor tamaño y, por lo tanto, realizado con una técnica menos elaborada.

El estudio, publicado en la revista «Journal of Raman Spectroscopy», ha concluido que el color rojo de las pinturas fue producido con hematites, un mineral constituido por una de las formas de óxido de hierro. También se halló hidroxiapatito, un mineral del que están compuestos los huesos, lo que sugiere que a la pintura se añadieron «pequeñas cantidades de huesos calcinados, un hecho relacionado quizá con algún tipo de ritual», indicó Hernanz. Aunque en la cueva de Tito Bustillo existe un yacimiento de ocre, un material arcilloso rico en hematites, éste no se utilizó para realizar las pinturas analizadas. «Se debieron usar otras vetas o yacimientos de pigmento rojo ajenos a la cueva», indicó Hernanz.

La investigación se ha prolongado durante dos años y formó parte de un proyecto de investigación I+D del Gobierno central. Algunos de los autores del estudio viajarán a Asturias en los próximos meses para ofrecer una conferencia sobre las conclusiones de la investigación. De momento no se ha decidido si la conferencia será pronunciada en Teverga o en Ribadesella.