Alles, E. G. CEA /

L. BLANCO / R. DÍAZ

El Ayuntamiento de Peñamellera Alta consintió el tráfico rodado, incluido el paso del transporte escolar, por la carretera de Llonín (PA-2) sólo unos días antes de que, el pasado Sábado Santo, se registrara un argayo que hundió parte de la calzada. Esgrimiendo opiniones de los técnicos, la alcaldesa, Rosa Domínguez de Posada, de Foro Asturias, indicó por escrito a los responsables del centro escolar que la carretera estaba en buen estado y que no representaba ningún peligro para el tráfico. Previamente, la dirección del centro escolar, haciéndose eco de las advertencias del conductor del autobús escolar que transita por aquella zona con unos 15 niños, había denunciado el mal estado de la carretera, que se estaba hundiendo en el punto en el que luego aparecería el argayo.

Diana Calleja Rodríguez, directora del Colegio Público Jovellanos, de Panes, adonde acuden los niños en edad escolar de Peñamellera Alta, aseguró ayer que la preocupación por el estado del vial se avivó el pasado 12 de marzo, por las advertencias del conductor del autobús escolar y de la cuidadora de los pequeños. «Me comunicaron que un punto de la carretera de Llonín se estaba hundiendo y casi ya no quedaba sitio para que pasase el autobús», destacó. Tras recibir estas quejas, Calleja envió un escrito a la Consejería de Educación en el que, para garantizar la seguridad de los pequeños, proponía adelantar la parada unos 300 metros, con lo que se evitaba que el autobús escolar transitase por el punto del vial que se estaba hundiendo.

Calleja se puso a continuación en contacto con la alcaldesa de Peñamellera Alta, a quien, para mantener el transporte escolar, pidió que garantizara «que no existía peligro al pasar por el lugar». La regidora contestó con una carta en la que señaló que la obra de la carretera estaba en marcha y que sólo faltaba rellenar con aglomerado, cosa que no llegó a suceder. En la misiva, la Alcaldesa subrayó que, según «los técnicos», no había «ningún peligro para el paso del tráfico rodado por esa zona», indicó Calleja. Pero la directora siguió recibiendo quejas del conductor y de la cuidadora. «El conductor me comentó que el peligro seguía, puesto que sólo se ejecutó un relleno con tierra, lo que, según me dijo, produciría un argayo cuando lloviese, cosa que al final sucedió la semana pasada», añadió la directora.

El conductor del autobús escolar, José Ladislao Mosquera, aseguró por su parte que el Ayuntamiento era «consciente desde hace meses» del «riesgo de hundimiento de la carretera», pues ya se habían presentado varias quejas sobre el estado del vial. «Echaron un camión de tierra que no sirvió para absolutamente nada», añadió el chófer. «Estaban al tanto de todo, pero decían que no era necesario repararla porque estaba en buen estado», señaló Mosquera, quien considera «fortuito» que no hubiera que lamentar daños mayores. «Te quedas con la sensación de que podría haber pasado algo grave por la negligencia de los responsables de la carretera», indicó el conductor, quien pasaba a diario por la zona junto con una quincena de niños.