Llanes,

Emilio G. CEA/ R. BATALLA

No es fácil dejar un trabajo estable y apostar por un negocio que muchas personas pueden considerar anticuado y pasado de moda. Si encima se trata de una mujer que se dedica a un oficio tradicionalmente ligado al género masculino la cosa se complica aún más. Es este el caso de la joven de Cué María José Guerdo. De profesión: zapatera.

Guerdo trabajó durante ocho años en una asesoría en Llanes. A principios de 2008 se embarcó casi por casualidad en una aventura que de momento le ha salido bien: «Llevaba tiempo pensando en poner por mi cuenta un negocio». La casualidad hizo que un día se acercase a la zapatería del veterano Luis Arce a reparar unos zapatos. Al llegar se encontró con que este se había jubilado: «Me enteré de que tenía en venta la máquina de reparar calzado y empecé a darle vueltas a la cabeza». Tras diversas intentonas, la mujer logró ponerse en contacto con Arce. «Al principio tenía un poco de miedo, le dije que me lo pensaría durante una semana y luego le llamaría. No hizo falta. Al día le dije que sí», asegura.

Un mes más tarde estaba aprendiendo el oficio: «Mi familia me vio tan convencida que no me dijo nada, sin embargo amigos y conocidos me decían que estaba loca». Tras tres meses aprendiendo los secretos de la reparación del calzado María José comenzó una frenética carrera que ya dura cuatro años.

Desde que comenzó ha tenido que ganarse a sus clientes. «Al principio desconfiaban un poco por ser mujer pero ahora están encantados», señala. El taller de reparación de calzado está situado en el Cuetu y es un continuo entrar y salir de gente. La crisis se nota y las reparaciones ya no proliferan como antes. «La gente sale menos a cenar y de fiesta, por lo que se gasta menos tacón y, por lo tanto, hay menos reparaciones. Lo sé porque a mí me pasa, salgo menos y gasto menos tapas», sostiene.

En contra de lo que se pueda pensar, la crisis no ha beneficiado a su negocio, pues la lógica diría que al haber menos dinero se gasta menos en calzado y se buscan más las reparaciones: «La gente compra calzado muy barato que no vale la pena reparar».

Colocar tapas y pegar calzado son las tareas más habituales que María José Guerdo lleva a cabo en su coqueto taller. Su clientela está formada en su mayoría por gente de mediana edad, aunque según confiesa de vez en cuando va gente joven que luego siempre suelen repetir. «Tengo clientes fijos de Llanes además de gente que tiene casa aquí y viene los fines de semana», sostiene. La vida sonríe a esta joven llanisca: «Vivo a mi aire, me gusta este trabajo y es entretenido».