Ribadesella

-¿Recuerda la primera vez que se subió a una piragua?

-Sí, fue en 1960, cuando un amigo mío que se llama Álvaro Llano remaba con un hijo de César Sánchez, el primer vencedor del Descenso del Sella. El compañero cogió unas anginas y empecé con Álvaro Llano; yo tenía 15 años y él 14. Aquel año quedamos en el puesto 38.º en el Sella en la general y primeros juveniles, y también ganamos la Ría de Villaviciosa en juveniles. Fue totalmente azaroso.

-¿Estaba de moda en aquella época?

-En Ribadesella, remar en piragua, remaba mucha gente. Era fútbol o piragua, no había más deporte que hacer. Sí que daba cierto prestigio entre la juventud, también cierto estatus; te permitía viajar, salir al extranjero.

-¿Cuánto tiempo dedicaba a entrenar?

-Dedicábamos dos horas diarias cuando empezaba el buen tiempo. Un amigo que se llama José González y yo subíamos a Guía corriendo a las ocho de la mañana. Mi padre tenía una librería y le decían: «José María, ¡Luisín anda corriendo por les mañanes!».

-¿Se vio en algún momento obligado a elegir entre la piragua y alguna otra faceta de su vida?

-En el año 1969 fui para Oviedo, entré en el Banco Herrero y entonces no era compatible. Trabajaba por la mañana y por la tarde. En aquella época era puramente amateur todo, posibilidades de salir adelante con el deporte no había. Hice la mili con un equipo de piragüismo del Ejército del Aire, en un cuartel al que iban deportistas y toreros; fue una gran ventaja.

-En siete años consiguió un palmarés muy importante, ¿cuáles fueron sus principales victorias?

-De 1960 a 1965 remé con la Sociedad Cultural y Deportiva de Ribadesella. En 1961 gané, con Álvaro Llano en Avilés, los primeros campeonatos de España. En 1963 gané los cuatro campeonatos que se celebraron y en 1964 los tres. Esto fue en categoría junior, para mí fue emocionante quedar campeón senior de España en 1.000 K-2 en 1965 en Valencia con Luis Cueto, de Avilés. En 1966, año en que fiché con el Alpo, fui campeón de España de 1.000 y 10.000 K-2 en Bañolas, en Gerona, con Juan Montes, ya fallecido. Fue un fichaje gratuito, el club nos dejó una piragua y un remo, y se acabó; ése era todo el fichaje. Luego ya hice la mili en 1967 y corrí el Sella con el Ejército del Aire, fue la última vez que competí, acabé en septiembre y a continuación ya lo dejé, no competí más.

-¿No le dio pena dejarlo?

-Un poco sí, pero seguí vinculado al río, a pescar, y al Sella, porque venía a veranear. Sí me dio una sensación extraña en 1968, cuando fui a Arriondas como juez de salida, y cuando marcharon todos quedé pensando ¿qué hago yo aquí? La gente salió corriendo y durante segundos no sabía qué hacer.

-¿Temió en alguna ocasión cogerle demasiado gusto a ganar?

-No, piragüistas en Ribadesella hay muchos, el título más importante que se ganó aquí es el de Fran Llera, cuarto en la Olimpiada de Atenas. Ser campeón de España y del Sella en Ribadesella es como ser cantante de ópera en Italia, forma parte de la idiosincrasia, es algo habitual. Es importante, pero está asimilado, acostumbrado. No cabe duda de que te felicitan; hay gente que me dice que cuando eran pequeños yo era el mocín, el ídolo, eso también te animaba.

-¿Qué pensaba del esfuerzo?

-Que merecía la pena por el estímulo que era la posibilidad de ir al extranjero a competir y también el de subir al podio. Al día siguiente en Ribadesella te felicitaban todos; mi padre era un hombre muy serio, pero las copas las exponía en el escaparate de la librería.

-¿Cómo cree que han cambiado las carreras y las vidas de los piragüistas?

-Mucho, ahora ya hay dinero por el medio, con lo cual ya lo enrarece un poco. Éramos unos románticos; la piragua no, pero el remo cada uno se lo compraba. En 1963 hicieron la concentración en Ribadesella y yo, como estaba en casa, no gasté el dinero del hotel. Tengo un recuerdo muy guapo porque manejé unas 15.000 pesetas de aquella época, con las que compré regalos a todos los de casa; a mi madre no sabía qué comprarle y le di el dinero que me sobró, 4.000 pesetas.

-¿Las comodidades y posibilidades de ahora han beneficiado o perjudicado al piragüismo?

-En nuestra época era deporte puro y limpio, únicamente la honrilla y nada más. En alguna ocasión, las dietas que daban no eran suficientes para pagar todo y poníamos dinero para bocadillos y esas cosas.

-¿Le gustaba más aquello?

-Yo lo entendía mejor, lo de ahora ya se me escapa. Entendía mejor el piragüismo sin tanto dinero y sin tantas competiciones.

-Le han concedido el premio «Farín» 2012, de la Asociación Amigos de Ribadesella, en cuya fundación participó.

-La idea fue de Adolfo Casero, que en 1986 propuso, con motivo de la Expo de 1992, crear unas becas para investigar la historia de Ribadesella. Le dije que mi hermano José iba a venir a comer aquel día, que viniera a tomar café y charlábamos. Teníamos una botella de anís de guindas que me había regalado José Luis Serrano y con aquella euforia nació Amigos de Ribadesella. Mi hermano José, que hablaba y escribía muy bien, redactó una carta y se creó una comisión conjunta de gente del pueblo y veraneantes. Después, el Banco Herrero financió el libro «Ribadesella, ayer», y a partir de ahí la asociación echó a andar.

-¿Qué siente al recibir el galardón?

-Me emocionó cuando me lo dijeron; sí, me emocioné. Me distinguen por haber sido piragüista, por haber sido fundador, y los méritos que puedan faltar se compensan por ser hermano de José María Díaz Bardales.

-¿Cómo ha visto cambiar el Descenso Internacional del Sella, tanto en el plano festivo como en el deportivo?

-En lo festivo, de forma radical. De ser una fiesta familiar, ahora es muy guapa hasta la llegada, luego ya se desmadra. En eso fuimos para atrás; antes la gente venía y sabía quién corría, ahora preguntas y ni la vieron. El motivo principal antes era la carrera, y ahora no, vienen a otra cosa. Y en lo deportivo, en el Sella se apostó más por la cantidad que por la calidad de los piragüistas. Quizá sería mejor menos piraguas y mejores piragüistas. Ahora, que sí mejoraron los españoles; antes España colaba una o dos embarcaciones entre los primeros, la calidad española subió mucho, y la internacional, no.

«Asturiano del año» en 1964

Luis María Díaz Bardales nació el 6 de mayo de 1945 en Ribadesella. Es el cuarto de seis hermanos, entre los que estaba el recientemente fallecido José María Díaz Bardales, párroco de Nuestra Señora de Fátima de La Calzada. Su padre era de Calabrez, en Ribadesella, y su madre, de Alevia, en Peñamellera Baja. Estudió en el colegio de las monjas de Ribadesella hasta el ingreso, y el Bachiller, en Carrión de los Condes, en Palencia, con los Jesuitas. En 1969 comenzó a trabajar en el Banco Herrero, en Oviedo. Fue jefe de tarjetas de crédito y cajeros. Se jubiló de jefe de compras en 1997 por enfermedad, le operaron de un cáncer de pulmón. Su vida deportiva se desarrolló de 1960 a 1967, ganó dieciocho campeonatos de España, trece juveniles y cinco senior. De los dieciocho Nacionales, trece fueron en aguas tranquilas y cinco de descenso de río. En 1964 se clasificó como el primer piragüista español en competir en el Campeonato del Mundo en categoría juvenil, que se celebró en Yugoslavia. Fue «Asturiano del año», galardón que concedía LA NUEVA ESPAÑA, en 1964. Acaba de ser distinguido con el premio «Farín» 2012 por el colectivo Amigos de Ribadesella.

«El Descenso del Sella ha cambiado de forma radical: antes era una fiesta familiar y el motivo principal era la carrera; ahora todo es guapo hasta la llegada, luego ya se desmadra; en eso fuimos para atrás»