Arriondas (Parres),

-¿Cuándo llegó a Arriondas?

-En el verano de 2005 y fue un desastre, no sabía ni hablar ni nada. Fui a un curso de español y escuchaba a las personas por el parque, para coger un poco el idioma. Al año empezaron los críos al colegio y yo estudiaba con mi hija las letras y las sílabas. Han pasado casi siete años, ahora mis hijos tienen 9 y 15 años, ya son de aquí y están adaptados; no quieren oír ni saber nada de Rumanía.

-¿Cómo fue su búsqueda de trabajo?

-El primer año no trabajé y luego, como cogí un poco de idioma, encontré un empleo en la cocina de un restaurante. Estuve dos temporadas de verano y en la segunda ya empezó a ser flojo, me quedé en paro y encontré trabajo en otro bar de Arriondas. Tuve mucha suerte y ahora sigo trabajando media jornada. Estamos contentos en Arriondas, parezme a mí que soy como de aquí.

-¿Cómo ha cambiado la situación laboral de los inmigrantes desde entonces hasta ahora?

-Antes encontrabas trabajo muy fácilmente, ibas a preguntar y no durabas dos días. En casi todos los bares de Arriondas era casi imposible que no hubiera una rumana. También era muy fácil encontrar un trabajo en Ribadesella, Cangas de Onís y alrededores, por toda la zona todo el mundo estaba trabajando. Ahora mismo quien trabajó hace años se puede quedar trabajando pero, si pierdes el empleo, creo que no hay posibilidades, ahora mismo no se puede.

-¿Ha notado si la crisis económica ha cambiado la actitud que tienen los parragueses hacia los inmigrantes?

-Delante de ti se habla bien, pero detrás oyes cómo se quejan y dicen «ahora como hay crisis, ¿por qué quedáis aquí?, ¿no podéis marchar a vuestro país?». Para los que estamos aquí decididos a hacer la vida, con críos, no es tan fácil volver. En mi caso no puedo, no hay una casa y, ¿adónde te vas? Aquí, por lo menos, hay seguridad.

-¿Qué clase de comentarios escuchan en la calle?

-La gente comenta muchísimo, dicen que mandamos dinero a Rumanía y fastidiamos a España, pero eso no es verdad, tenemos que ver la realidad. Mi marido y yo estamos trabajando los dos y el dinero no da para pagar los gastos, tenemos deudas en el banco, pagamos la luz, el agua, la casa... y tengo dos críos en el cole, tengo que gastar como tú. La vida mía está aquí y no mando nada. Yo creo que la gente no lo siente y no lo sabe, no pueden pensar así.

-¿Cree, entonces, que la situación económica ha dado lugar al racismo?

-Empeoró mucho con la crisis, en cualquier sitio es imposible que no oigas algo. Por ejemplo sobre los rumanos, es verdad que hay alguno que roba, aunque yo un caso concreto no lo conozco, pero las autoridades tienen que pillarlo y que soporte su coste, para qué tenemos que soportarlo todos. Cuando vas a la compra, hay mujeres mayores que comentan «tengo que guardar esto, que ahora andan estos rumanos por aquí que no puedes ni tener seguridad». Son comentarios que duelen muchísimo, meten a todos en el mismo sitio... la gente habla de todos igual y esto duele mucho. Yo vine aquí para trabajar y la vida mía está aquí. Racismo también pasa cuando una chica rumana o negra va a la compra con cuatro o cinco cosas y dicen: «Mira esta rumana cuánto come».

-Es la presidenta de la Asociación de Inmigrantes de Parres «Un solo mundo». ¿En qué situación se encuentra el colectivo?

-Seguimos con la asociación; al principio se apuntó mucha gente, pero algunos marcharon y otros quedaron sin trabajo. Parece que no tienen ganas de venir, que están disgustados, no participan tanto. Pero yo siempre digo que tenemos que seguir porque tenemos derecho a vivir todos igual. Además, con la asociación tenemos una puerta abierta y dejamos la posibilidad de que contacten con nosotros, porque en la calle no viene nadie a preguntarte. Así, alguien que quiere hablar contigo tiene un sitio en el que encontrarte. Por eso no quiero dejarlo, tenemos que seguir adelante.

-¿Cuántos miembros la componen?

-Somos entre diez y catorce. Cuando se creó, hace dos años, había como cuarenta, pero parece que a la gente no le interesa más. La vida empeoró e igual te ves sin posibilidades. Yo creo que todo es a cuenta del dinero, no de otra cosa. Estamos llamando a la gente otra vez para ver si podemos ponerla a punto. Tenemos que intentar seguir adelante, yo por lo menos no lo voy a dejar, y a ver si se anima alguien más. Tenemos que hacer elecciones, ahora soy la presidenta en funciones.

-¿Qué proyectos de futuro tienen?

-Celebrar el aniversario de la asociación, programar alguna excursión y hacer alguna actividad para enseñar la gastronomía de nuestros países. Vino una profesora de Rumanía que ofreció al colegio alguna clase de rumano con libros de allá y, aunque yo estoy trabajando y no tengo mucho tiempo, estoy pensando en ponerme con ella a ver qué podemos hacer; por ejemplo, algún día festivo con los críos de Arriondas para enseñar alguna tradición de allá. Lo tengo en mente, no hay nada organizado, pero son planes que queremos hacer.

-Hoy se clausura en Arriondas la quinta semana intercultural, promovida por el Ayuntamiento de Parres. ¿Tiene alguna sugerencia para mejorar la situación de los inmigrantes?

-Sensibilizar más a los críos pequeños y que los mayores no hablen mucho, que nos dejen como estamos. Que no hagan comentarios delante de la gente por lo menos, que tengan un poco de respeto, que te sueltan unas cosas que te quedas amarillo. Que piensen que tenemos una vida normal, que estamos como ellos.

-¿Y en el aspecto laboral?

-Que la gente no cambie y diga «voy a echar a esta rumana y voy a meter una española». Podemos pensar que puede pasar, yo creo que no, pero puede pasar. En el trabajo también hay cosas muy positivas, después de trabajar te puedes juntar a tomar un café y tener relaciones de otra manera, no sólo trabajar. Pienso que esto no va a cambiar.

-¿Qué proyecciones de futuro tiene?

-La vida de aquí la veo bien, tengo suerte de tener este trabajo con poco dinero, pero que te da para comer y poder seguir pagando un piso. Pido que podamos vivir aquí y seguir para adelante la vida. Que pueda comer y vivir aquí y enviar a los niños al cole, no quiero más, quiero quedarme así, normal y como todo el mundo.

Trabajadora y vecina de Parres

Ileana Mihail nació en el sur de Rumanía, en 1971. Estudió en el instituto, hizo el examen de Bachillerato y comenzó a trabajar en el sector textil. Después buscó otro trabajo en una industria alimentaria en la que permaneció unos seis años y que cerró cuando cayó el comunismo en Rumanía. Fue entonces cuando volvió a una fábrica de confecciones, en la que trabajó otros seis o siete años, pero en este tiempo tuvo dos niños. Su marido no tenía trabajo en Rumanía y había emigrado a Israel, de donde regresó y se encontraron ambos en paro. Un amigo que estaba en Arriondas les dijo que necesitaban encofradores y su marido emigró. Al año, Ileana vino a visitarlo, gracias a una invitación cursada desde España. «Me gustó mucho, encontré más mujeres, con críos, había trabajo y era increíble», explica. Después de aquella visita, trasladó a su familia a Arriondas; una decisión «difícil», pues entonces no sabían que Rumanía pasaría a formar parte de la Unión Europea y su situación era, en principio, irregular. Forma parte de la Asociación de Inmigrantes de Parres «Un solo mundo» y, desde la marcha de la anterior mandataria, ella es la presidenta.

<«Antes encontrabas trabajo muy fácilmente; ahora, si pierdes el empleo, creo que no hay posibilidades» >

<«En la asociación tenemos que seguir adelante; hay proyectos para hacer alguna actividad para enseñar la gastronomía de nuestros países»>