Colombres (Ribadedeva),

-¿Cómo cambia la gestión cultural en tiempos de crisis?

-La gestión tiene que seguir siendo tan racional y eficiente como siempre. Ahora estamos obligados a explorar un poco más terrenos que igual teníamos más abandonados, como la parte más creativa, abrirnos más a la sociedad civil, a esfuerzos colaborativos. Quizás las entidades asociativas estaban menos activas porque ahora ocupan un espacio que antes ocupábamos nosotros. La crisis nos da una manera distinta de mirar las cosas.

-¿Se puede hacer buena programación cultural con menos dinero?

- Ahora mismo podemos afrontar menos proyectos debido a la falta de medios económicos. Si miramos la programación de hace cinco años faltan concursos literarios, jornadas de teatro, cosas que no podemos poner en marcha. Pero hay que tirar para adelante y explotar la creatividad y la colaboración con otro tipo de entidades. También es cierto que Ribadedeva es un municipio pequeño y que nuestros presupuestos nunca fueron muy holgados, pero sí que nos estamos viendo un poco afectados por esta situación. Incluso a nivel de personal, la falta de planes de empleo regionales también nos está afectando.

-La colaboración con asociaciones es una de las salidas que apunta, ¿qué salud tienen en Ribadedeva?

-El asociacionismo de Ribadedeva siempre fue muy dinámico y rico, hay casi 30 asociaciones de todo tipo: culturales, deportivas, de carácter social, etcétera. Estamos logrando rellenar las carencias y faltas de actividad con la colaboración con estas entidades, que están haciéndose más visibles, sobre todo en los últimos dos o tres años. Por ejemplo en el Carnaval, que se celebra hoy, pasamos de plantearnos sólo una fiesta infantil por falta de presupuesto a hacer el de siempre pero además impulsándolo un poco. Y es por la colaboración de una asociación.

-¿Cree que debería haberse potenciado la colaboración con asociaciones también cuando había «bonanza»?

-Sí, es algo que quizá debería haber ocurrido también cuando las cosas iban bien. El hecho de que una entidad pública maneje más o menos presupuesto no tiene que ser lo que marque su apertura al tercer sector, entidades asociativas, etcétera.

-¿Cómo es la colaboración entre las diferentes casas de cultura de la comarca?

-Me gustaría que hubiera un trabajo en red. Con la futura desaparición de la mancomunidad del Oriente se nos fue una oportunidad importante de haber hecho algo. Tenemos que empezar a pensar que una de nuestras obligaciones es hacer cosas juntos, aunque ya hay bastante trabajo y cada uno dedica los esfuerzos a su territorio. Podríamos lanzar proyectos compartidos de artes escénicas, exposiciones, etcétera. Pero me echo la culpa por no buscar ese tipo de colaboración y supongo que los políticos también tengan responsabilidad.

-¿Cómo ha evolucionado la participación en las actividades culturales que programan?

-La Casa de Piedra es relativamente nueva, este será el noveno año, y al principio sí que costó un poco que la gente se acostumbrara a tener un espacio abierto donde acudir para formarse, informarse y documentarse. Una evolución muy interesante fue la del festival de cortometrajes Ribadedeva En Corto, «REC». Por la calle oíamos preguntar «qué es esto de los cortometrajes», era un tipo de cinematografía bastante desconocido para la gente. Fue curioso cómo pasamos de tener un festival con una participación aceptable a una participación masiva, muy activa que es lo interesante, que propone, comenta, y reclama.

-¿Tiene algunas cifras del número de personas que participan en las actividades al año?

-No soy mucho de hacer estadísticas y es un error, porque forma parte de la evaluación técnica de los proyectos. Contabilizar con números tampoco me parece que sea la forma de evaluar. Hay otro tipo de indicadores que me interesan más, más relacionados con la parte cualitativa que la cuantitativa.

-¿Observa si hay algún sector de edad que se resista más a la participación?

-En la biblioteca hay una edad crítica entre los 12 o 13 hasta los 20 años, que sí que vemos que nos falla un poco, cosa que quizá no pasa en otros centros bibliotecarios. Esa franja de edad es muy activa en las nuevas tecnologías o en los cortometrajes, pero es una de las que me es más difícil fidelizar. Posiblemente sea un problema de la oferta, tenemos que ser críticos, aunque estamos siempre buscando algún tipo de espacio para el encuentro con este colectivo.

-¿Sería partidario de cobrar entrada para ciertas actividades si el presupuesto cultural siguiera cayendo?

-Entiendo que habría que educar un poco a la gente, muchas veces cometemos el error del todo gratis, cosa de la que no soy partidario porque todo tiene un valor. Pero, por otro lado, en un municipio tan pequeño, donde no hay tanta actividad y donde los espacios de ocio se tienen que llenar con actividades de todo tipo, es difícil plantearlo. No creo que la crisis sea una justificación para cobrar entradas, habría que intentar cobrar siempre que las propuestas lo justificasen por su calidad y originalidad. Nuestra política va a seguir siendo no cobrar entrada en las cosas que somos capaces de ofertar de manera suficiente y buscar fórmulas de financiación, ya sea a través de asociaciones u otras, para que las cosas puedan seguir saliendo adelante.

-¿Hay alguna novedad destacable en la programación para este año, tanto por ausencias como por nuevas presencias?

-Una de las novedades es que vamos a mantener el Festival de cortometrajes y la Feria de indianos e incluso impulsarlas, no con más medios pero sí con más esfuerzos. A partir de ahí, este año me preocuparé de mantener la programación más o menos estable y grandísimas novedades tampoco vamos a tener.

-¿Y nuevos proyectos?

-Estamos trabajando con el sector privado, intentando que se establezca algún tipo de actividad gastronómica con dos o tres citas estables a lo largo del año para dinamizar el sector de la hostelería.

-No sólo le preocupa que sus vecinos tengan acceso a la cultura, sino también a un trabajo.

-Sí, queremos poner en marcha, supongo que para esta primavera, un proyecto de canalización de información de todo lo que tiene que ver con el empleo, que se llama «Infolab». Desde la biblioteca van a poder consultar ofertas de trabajo, recibir ayuda para hacer su curriculum, y vamos a poner en relación a las empresas con los demandantes de empleo. Queremos que toda la información relacionada con la búsqueda de empleo en Asturias y Cantabria confluya en este proyecto.

-Uno de los principales sectores productivos en la zona es el turismo, ¿harán algo en este sentido?

-Estamos intentando potenciar el turismo cultural. Queremos llevar a cabo algún proyecto relacionado con la cultura indiana, colgando en nuestras redes materiales pedagógicos que los turistas se podrían descargar antes de visitarnos. También queremos poner en marcha una red de sendas locales por espacios tanto culturales como medioambientales, que es una de las cosas que los turistas más demandan.

Un gestor cultural con muchas inquietudes

Javier Sampedro nació en Colombres en 1973, estudió en la escuela pública de la capital ribadevense y luego en el instituto de Llanes. Fue uno de los pocos estudiantes del módulo de Técnico Superior de Biblioteconomía en la Universidad Laboral, ya que se implantó un tiempo y desapareció. Se diplomó en la Universidad de Salamanca en Biblioteconomía y luego se licenció en Documentación. Trabajó durante casi dos años en Iberdrola y lo dejó para organizar el archivo histórico y administrativo de Ribadedeva. Después hizo el proyecto de apertura y puesta en marcha de la Casa de Cultura, que se abrió el 14 de junio de 2004. Lleva desde entonces como archivero municipal y director de la conocida como «Casa de Piedra».