Buelna (Llanes),

Emilio G. CEA

La búsqueda de asentamientos asturienses asociados a los concheros en la zona del concejo de Llanes reunió ayer en las inmediaciones de la playa de Buelna a un equipo de media docena de arqueólogos de varias universidades capitaneado por el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria, el ovetense Pablo Arias.

Este equipo llevó a cabo una prospección geofísica con un magnetómetro en la finca de Arenillas, situada a escasos metros de la playa de Buelna. La utilización de un magnetómetro para buscar asentamientos asturienses, período a caballo entre el Mesolítico y el Neolítico, es algo muy novedoso. «Con el magnetómetro podemos localizar muros, agujeros en el suelo o sitios quemados. Se trata de una manera de realizar prospecciones en yacimientos prehistóricos muy experimental», asegura Pablo Arias.

Los trabajos iniciados en la mañana de ayer en Llanes forman parte del proyecto «Coasttran», que estudia las transiciones costeras del Mesolítico al Neolítico en tres zonas de la fachada atlántica: el oriente de Asturias, el sur de Portugal y la Bretaña francesa. Este proyecto multidisciplinar coordinado por Pablo Arias está financiado por el Plan Nacional de I+D+i a través del Ministerio de Economía y Competitividad.

Los arqueólogos comenzaron su labor con buen pie, pues mientras montaban el instrumental para llevar a cabo la prospección uno de ellos encontró de manera casual junto a la orilla de la playa un pico asturiense sobre cuarcita.

La cultura asturiense fue descubierta por el conde de la Vega del Sella en 1923, a raíz de los trabajos desarrollados por éste en la cueva del Penicinal, situada en Nueva. Fue el alemán Hugo Obermaier, contemporáneo de Vega del Sella, con quien trabajó en la excavación de numerosos yacimientos en la zona de Llanes, el encargado de bautizarla. Esta cultura epipaleolítica desarrollada hace entre 7.000 y 10.000 años destaca por la disminución de los útiles tradicionales en piedra y hueso y el aumento del utillaje sobre cantos rodados, siendo el objeto más característico de este período el pico asturiense.

«Creemos que el hábitat del hombre asturiense estaba muy cercano a los concheros», asegura Arias. Las pieles a medio curtir, restos de lapas o bígaros forman parte principalmente de los materiales acumulados durante miles de años en los concheros asturienses, una especie de basureros prehistóricos que salpican la costa oriental asturiana y la occidental cántabra, donde el hombre prehistórico depositaba los restos de una dieta basada fundamentalmente en recursos marinos. Hoy en día están catalogados cerca de 130 concheros entre las localidades de Pesués (Cantabria) y Ribadesella.

Entre los arqueólogos participantes en este proyecto se encuentran también el profesor de la Universidad de La Rioja Mikel Fano y los alemanes Felix Taichner, de la Universidad de Heidelberg, y Cristopher Salzmann, de la Universidad de Marburg, encargados estos últimos del funcionamiento del magnetómetro. Estos trabajos de prospección geofísica se desarrollarán hasta el miércoles en la zona de la cueva del Pindal, localizada en Pimiango; en la cueva Entencueva, situada en la localidad de Puertas de Vidiago; en las cuevas del Toralete y la Huerta del Monje, situadas en la zona de Santiuste; en la cueva del Alloru, ubicada en Balmori, y en varios lugares de la Sierra Plana.

El potencial prehistórico del concejo de Llanes es destacado por Pablo Arias, quien no duda en afirmar que «la gran cueva con pinturas rupestres que queda por descubrirse en España está en los alrededores de Llanes y cualquier día aparecerá».