Ribadesella,

Patricia MARTÍNEZ

Los tiempos han cambiado tanto que ahora hasta las familias van a la escuela. Al menos lo hacen en el Instituto Avelina Cerra de Ribadesella, donde esta semana concluyó la primera experiencia con un balance muy positivo y la intención de repetir el próximo curso.

Unas quince familias, con presencia mayoritaria de madres, recibieron durante este curso «clases» de temas tan importantes para sus hijos adolescentes como la resolución de conflictos, las diferentes técnicas educativas, los peligros de internet, el consumo o la sexología.

La Asociación «Centro Trama», la Guardia Civil y la Oficina Municipal de Información al Consumidor de Ribadesella hicieron las veces de «profesores» y dieron a las familias «pautas para llevar una mejor convivencia con sus hijos, basadas en el diálogo, la cohesión y siempre con unas normas coherentes», explicó Verónica Iglesias López, la técnico de servicios a la comunidad del centro educativo riosellano.

La respuesta de las familias fue «muy buena», explica Iglesias antes de subrayar lo «dinámico» de la iniciativa, pues incluyeron en las sesiones un tiempo para merendar y se organizaron de forma que todos participaron. Y dio resultado, los alumnos fueron contentos a la escuela, como demuestra Ana Belén Rodríguez, que ya conocía este tipo de proyectos del colegio y a quien le parecen «muy bien».

Las clases han sido teóricas y todos reconocen que lo más difícil será poner lo aprendido en práctica. A uno de los pocos padres que asistieron, José Antonio Sánchez, todos los asuntos que tocaron le parecieron interesantes, pero especialmente el que abordó «los peligros de Internet, es un tema muy de actualidad en esta etapa». Todos creen que deberían asistir más familias a este tipo de actividades y achacan la ausencia a que muchas desconocen de qué se trata. Son conscientes de que ellos, como padres, aunque hayan finalizado la educación reglada, deben continuar formándose y adaptándose al momento.

Uno de los aprendizajes más valiosos que han obtenido es, probablemente, a comprender lo que el adolescente quiere y necesita, a conocerlo y «a saber respetarlo», añade Ana Belén Rodríguez. Todos tienen hijos con edades comprendidas entre los 12 y los 18 años, una franja en la que ningún refuerzo educativo sobra, a veces más para los padres que para los hijos, insertos en su propio universo.

Una de las quejas más frecuentes a estas edades es que los chicos no cuentan nada y, a pesar de que siempre hay excepciones, las familias coinciden en que ahora hay mayor comunicación entre ambas partes. «Antes entre madres y madres tampoco hablaban y ahora estamos aquí», reflexiona Sandra Vallespín.

En este sentido, han aprendido a llevar a los muchachos a su «terreno», para conseguir lo que desean sin que medie un enfrentamiento violento. Todas las familias repetirán el próximo curso y recomendarán la escuela, donde les gustaría que las sesiones se dieran con más frecuencia, ya que el hecho de que fuera una «experiencia piloto» y los omnipresentes recortes obligaron a que este año se dieran cinco sesiones. La última trató sobre «las cuatro letras que más placer nos dan como adultos y más miedo como padres, el sexo», describió Ángel Rey, de la Asociación «Centro Trama». Las familias conocieron un poco más qué mitos, creencias y conocimientos tienen sus hijos, que en general, explica Rey, «saben distinto a lo que creen los padres. Ahora hay el doble de información, pero de la buena y de la mala».