Misterio resuelto: el color negro y los olores pestilentes que se detectan este verano en la zona de Xiglu, en la playa de Barru (Llanes) proceden de la putrefacción de las algas allí acumuladas y, hasta ahora, semienterradas en la arena. Los expertos que han indagado en la zona han venido a dar la razón a los vecinos de la localidad llanisca, que desde el primer momento apuntaron al ocle como el origen y la causa del mal estado de las aguas en los pequeños pozos que se forman en Xiglu. Queda así descartada la otra teoría, la que apuntaba a la existencia de vertidos de aguas negras en ese lugar. Todas las investigaciones realizadas hasta la fecha han concluido que no existe ningún reguero, ningún vertido, ninguna filtración.

Fue un vecino de Llanes el que denunció, a primeros de este mes, la existencia de aguas negras en la zona de Xiglu. Los lugareños aseguraron que ya se había observado este mismo hecho en anteriores veranos; sobre todo en pequeños pozos en los que no es extraño ver cómo chapotean algunos niños, incluso acompañados por personas mayores, ajenos al peligro que supone bañarse en esas aguas.

El misterio radicaba en que nadie hasta ahora había conseguido averiguar de dónde procedían esas aguas negras. Unas fotografías aportadas por un llanisco han venido a poner luz en este asunto. Las instantáneas muestran montones de algas en putrefacción. Todo indica que las algas quedan atrapadas en Xiglu, una zona en la que abundan las rocas. Hasta hace unos años, cuando el ocle se recogía a mano o con la ayuda de celabardos, casi no quedaba ni rastro al llegar el verano. Desde que se utilizan tractores y grandes redes, en esta zona ya no se recogen las algas, lo que hace que buena parte de ellas, con las mareas de invierno, queden enterradas a escasa profundidad, bajo la arena. Al llegar el verano y el calor, el ocle empieza a pudrirse y surgen las aguas negras, que a simple vista parecen brotar de la arena.

Durante varios veranos personal de Costas indagó en Xiglu tratando de hallar el origen del mal olor y de la suciedad que acompaña al agua. Siempre según los vecinos, nunca se pudo averiguar el origen del líquido pestilente. Las peticiones para que se realizaran análisis que determinaran si los restos eran únicamente vegetales o si había restos fecales cayeron en saco roto. Y el Gobierno del Principado siguió tomando muestras para los análisis de la calidad del agua en otras zonas de la playa de Barru, con lo que los resultados eran siempre buenos.

Resuelto el primer misterio del verano en Llanes, resta por «desentrellizar» el segundo, el apuntado por la turista madrileña Ana Castellanos, que aportó una fotografía del entorno de la playa de Toranda en la que aparece un extraño objeto no identificado, que algunos consideran un simple reflejo y otros, con sorna, «un avión espía del PP». El que los lugareños y visitantes ya denominan como el «misterio de la playa de Rubalcaba», pues el secretario general del PSOE visita a diario ese arenal, sigue en el aire.