Una de las mayores ilusiones de todos los llaniscos que fueron niños hasta los años sesenta del siglo pasado era mirar por el catalejo que había en el edificio de la Sociedad de Salvamento de Náufragos, conocido como "La Tijerina", para ver los barcos que pasaban. El edificio estaba en el paseo de San Antón y el periodista José Antonio Anca, uno de aquellos chiquillos, ha recuperado un tesoro documental sobre la actividad que allí se desarrolló.

La documentación recuperada abarca el periodo entre los años 1887 a 1925 y fue originalmente rescatada por una persona anónima que la custodió durante años, hasta entregársela a Anca, que aún no ha tenido tiempo de desgranarla y saborearla como se merece. "Estaba muy bien conservada, ya colocada en álbumes por fechas y con la información de Llanes", relata, antes de poner como ejemplo la información sobre los nuevos sistemas de navegación que iban saliendo y las facturas de material como los lanzacabos, salvavidas o una lancha especial con la que contaban para el salvamento de náufragos.

Son los documentos oficiales de un organismo cuya actividad principal era, como su nombre indica, ayudar a quienes pasaban apuros en la mar. Se financiaban con las cuotas de los socios, que era casi todo el pueblo de Llanes, y también con donaciones. A veces tenían que pedir más dinero, como consta en una circular que dirigieron a los llaniscos para incrementar su patrimonio y poder adquirir material.

De la junta directiva de la Sociedad de Salvamento de Náufragos formaban parte "varias personas relevantes de Llanes", apunta Anca antes de enumerar que entre ellos "había políticos, el alcalde o teniente alcalde y marineros". El presidente honorario era Benito de Posada Herrera; el presidente festivo, el naviero Francisco García Ruenes; y figuraban además en la junta personas como Miguel Mantilla, director del colegio de La Encarnación, o Manuel Toledo Benito, fundador del semanario "El Oriente de Asturias", ya desaparecido.

Además de esta valiosísima documentación, entre la que figura alguna fechada seis días después de la fundación de la sociedad, todavía se conservan restos de lo que fueron las torretas ubicadas en "lugares estratégicos de la costa", vigiladas por personas encargadas de "orientar a los barcos para entrar al puerto de noche a través de hogueras", describe el periodista llanisco. Entre la documentación más destacada figura el inventario, en el que se detallan objetos muy diversos.

Recompensas

La sociedad llanisca pertenecía a una red de ámbito nacional que editaba un boletín mensual en el que se incluían noticias generales, recompensas que se pagaban por los salvamentos o recuerdos hacia socios que habían fallecido, a cuyas viudas se pagaba una pensión de 25 pesetas entre finales del siglo XIX y principios del XX, la época documentada. Entre los escritos más entrañables de cuantos se han recuperado figura uno en el que la sociedad llanisca propone entregar una recompensa a tres marineros "que salvaron a unas chicas de perecer ahogadas en la playa de Toró", describe José Antonio Anca. A través de este documento firmado en los años veinte "piden más datos para poder darles esa condecoración y el honor de cobrar una paguina más", relata el documentalista.

La sociedad contaba con interesantes artilugios para desarrollar su tarea. Es el caso de los "cañones lanzacabos" que estaban colocados en la parte baja del mismo edificio de Salvamento de Náufragos, o los clásicos salvavidas, que entonces "eran de corcho y estaban pintados de rojo para distinguirlos", describe Anca, antes de apuntar que allí tenían "todo el instrumental preparado". Además de rescates también realizaban prevención de naufragios, por ejemplo, a través del sistema de avisos meteorológicos que tenían los puertos pesqueros, mediante cablegramas. "Desde Guipúzcoa iban pasando por cablegrama las banderas para el temporal con diferentes colores y cada uno tenía un significado: mar revuelta, vendaval, etcétera", enumera Anca, al tiempo que pone de relieve el alto grado de equivocación que existía en aquellos años. Así, en función de la bandera que ondeara en La Tijerina los marineros sabían si se acercaba un temporal, si habría bonanza...

La Junta de Salvamento concedió importantes recompensas a personas que participaron en el rescate de náufragos. La más importante de todas ellas fue la concedida a 70 marineros de la villa por su intervención en el salvamento de la tripulación del vapor "Pedrosa", cargado de cobre, que se hundió frente a la costa de Poo en 1905.

Salvamento de Náufragos continuó existiendo durante episodios como la Segunda Guerra Mundial y para que los países beligerantes, Alemania e Inglaterra sobre todo, reconocieran a las embarcaciones llaniscas, "llevaban pintada en un lateral la bandera española y con esa identidad se les respetaba", explica Anca.

Con el paso del tiempo, la tecnología de salvamento evolucionó mucho e hizo que "los rescates superasen un poco todo ese material primario" con las lanchas con motor de carbón y otros adelantos y la sociedad fue decayendo a partir de la década de los sesenta. Ahora, medio siglo después, la memoria del Salvamento de Náufragos emerge y podría hacerlo, además, con la cesión al Ayuntamiento del edificio donde estuvo alojado. Se desconocen, eso sí, las intenciones del Consistorio llanisco para con este inmueble, bautizado "La Tijerina" porque allí se reunían los vecinos el pueblo "a hacer la crítica política. Allí se reunían y comentaban las noticias del día y las incidencias del pueblo", indica Anca.