Para conocer la riqueza de los fondos marinos de la costa oriental asturiana ya no hay excusas. Lo dicen Marcos García y María González, que acaban de fundar en Ribadesella el primer club de snorkel de Asturias. La pareja echó a andar el proyecto "Estrella de mar" a comienzos del verano con el objeto de que todo el mundo pudiera disfrutar de la vida natural de la zona sin equipos pesados como bombonas de oxígeno, lo más libre posible. La iniciativa, sin ánimo de lucro, ha tenido una gran acogida y por su centro de la calle de La Bolera ya han pasado casi un centenar de aficionados al buceo en superficie, llegados de lugares como Alemania, Bélgica o Japón.

García, profesor de natación y técnico de en salvamento acuático y primeros auxilios, comenzó hace tres años a recolectar material como neoprenos, máscaras de buceo de silicona transparentes, tubos y aletas que ahora presta de manera gratuita a quienes están interesados en practicar esta actividad en La Atalaya.

No sólo eso. Además les acompaña con señalizaciones y material de rescate y antes de zambullirse en el agua ofrece una charla sobre ecología y medio ambiente. " Fomentamos un disfrute respetuoso y contemplativo de la fauna marina. No estamos a favor de vaciar los fondos con la pesca", cuenta el deportista, que contagió a su pareja el amor por el mar. Precisamente María González, que se dedica a la pintura y es la secretaria del club, es la autora del logo de la asociación.

Sus andanzas quedan registradas gracias a una cámara "GoPro". Cuando acaban la jornada de buceo, que contando el tiempo de preparación puede prolongarse por espacio de cuatro horas, se reúnen en el club para repasar juntos las fotos acuáticos del día tras darse una ducha y tomar un té, según explica Olga Torre, que se unió al grupo a finales de agosto. Esta langreana de 24 años lamenta que la bajada de las temperaturas les impida volver a practicar snorkeling hasta mayo. "Me encanta el deporte y prefiero disfrutar de él en la naturaleza antes que machacarme en un gimnasio", cuenta. Lo que más entusiasma a la joven es contemplar en su medio natural algas, lubinas o sargos.

"La costa asturiana tiene unos fondos preciosos y hasta ahora nadie los había mostrado", reflexiona la buceadora. Por norma general no se adentran más de 300 metros de tierra firme y suelen adentrarse en el mar con marea alta y calmada. "El esfuerzo para mantenerse en el fondo al no llevar pesos es grande por eso las apneas son breves", cuenta García. El club se mantiene a flote con pequeñas cuotas de sus socios, donaciones voluntarias y mucha voluntad por parte de sus fundadores, que esperan que cada día piquen a sus puertas más aficionados del snorkel. "Sólo tienen que venir hasta aquí con un bañador y saber nadar, el resto corre de nuestra cuenta" aseguran estos ecologistas convencidos, que animan a todo el mundo a probar la experiencia.