Ni un fin de semana ha sobrevivido el águila de bronce que los trabajadores del plan local de empleo de Colunga restauraron y colocaron sobre la fuente del parque Hernán Pérez Cubillas, detrás de la iglesia parroquial. La estatua se colocó la semana pasada y amaneció el sábado con el ala izquierda arrancada de cuajo, la misma mutilación que sufrió hasta en dos ocasiones hace años.

Los vándalos que actuaron la segunda vez arrojaron la pieza al fondo del estanque, donde quedó tapada bajo los cincuenta centímetros de basura que los mismos trabajadores encontraron al rehabilitarlo para colocar una verja y limpiar la vegetación que apenas dejaba verlo. Nada se sabe del paradero actual del ala de bronce. A la luz del largo historial de actos vandálicos que acumulan los espacios públicos en Colunga, las autoridades municipales colocaron una cámara de videovigilancia, pero la fuente sobre la que está el águila queda fuera del campo de visión. Era de esperar que tanto la instalación como la posición de mayor visibilidad que tiene ahora el águila, sobre la fuente, más cerca de la carretera, actuaran con efecto disuasorio sobre quienes matan las horas destrozando patrimonio público, pero no ha sido así.

La estatua agredida procede de la plaza del Monumento, donde estaba posada sobre un globo terráqueo, y data de la dictadura franquista. Cuando se desmontó aquel pedestal en la plaza -que todavía conserva el nombre, pero no el monumento- el águila se trasladó al estanque del parque de Colunga. Pasados unos años, los vándalos le rompieron un ala a golpes y costó mucho trabajo restaurarlo, pues la estatua es maciza de metal. A los pocos meses volvió a suceder lo mismo, rompieron de nuevo el ala y lo arrojaron al fondo del estanque. El de este fin de semana no ha sido el único incidente vandálico que se vive en Colunga en los últimos años. Hace dos que los árboles de una calle entera en un área residencial aparecieron talados y los vándalos remataron la hazaña subiéndose a lo alto del polideportivo municipal y clavando el hacha en un lateral. También hubo quien se entretuvo durante un tiempo sentándose en los bancos públicos con una navaja y cortando la madera hasta que los partía en dos. El estanque recién restaurado en el parque Hernán Pérez Cubillas conserva 75 carpas, pero llegó a tener 250 peces cuando se instaló hace dieciséis años. Desde entonces hasta ahora los animales han sufrido repetidos actos vandálicos, como los de quienes se dedicaron a pescar carpas en su interior, llevándoselas en un caldero y posando con sus trofeos para luego subir las fotos a las redes sociales.