El riesgo de hundimiento de la calzada detectado en la Autovía del Cantábrico (A-8) a la altura de la localidad llanisca de Pendueles obligó a cortar ayer uno de los carriles de la vía en dirección a la capital del concejo. El enclave afectado está en las inmediaciones de la salida 285, la que da acceso tanto a Vidiago como a Pimiango. Pese a que no existe un socavón que sea visible para los conductores, el retroceso del firme se está produciendo, por lo que los responsables de mantenimiento de la autovía se decantaron por restringir el tráfico para evitar que la situación se agravase por la circulación.

Las obras para reforzar la carretera y evitar que se produzca el hundimiento comenzarán mañana. Por el momento, el incidente no ha provocado retenciones de entidad en la autovía, gracias, en muy buena medida, a que no se trata de un fin de semana de gran afluencia turística en la comarca oriental.

El tramo de Unquera a Llanes, el último en abrir al tráfico de todo el recorrido asturiano de la Transcantábrica, ha sufrido varios problemas de consistencia del firme que han obligado a actuar a los equipos de mantenimiento. Los más graves se localizaron en el entorno de Buelna y en el viaducto sobre el río Cabra.

El trayecto entre La Franca y Unquera fue inaugurado a finales de 2014 por Mariano Rajoy. El final de los trabajos se acometió contra el reloj, con el objetivo de cumplir las previsiones marcadas por la ministra de Fomento, Ana Pastor, que obligaban a abrir toda la autovía antes del último día de ese año. Ya en aquel entonces varios operarios aseguraron que iban a ser necesarias obras complementarias tras la entrada en servicio de la A-8. Las prisas por abrir obligaron a las empresas a dejar aparcados diversos trabajos, como, por ejemplo, los de canalización del agua.